La derrota peronista en Mendoza fue catastrófica en cuanto a números, porque el PJ apenas arañó el 15 por ciento de los votos, pero sería mentiroso anotarlo entre las sorpresas de este año electoral, porque ellos mismos sabían que iban a perder en la tierra del vino.
Lo que sí es noticia es el crecimiento del radicalismo, un partido centenario que parecía agonizar después de la caída de Fernando De la Rúa, que claudicó en varios principios para subirse al tren de Mauricio Macri y que, aunque no pudo tomar el control ni el liderazgo de la oposición, comienza a rehacerse a fuerza de votos.
Este dato sí cuenta: la UCR gobernará Mendoza, gobernará Santa Fe, gobernará Chaco, gobernará Jujuy, gobierna Corrientes… y si le sumamos las provincias de sus aliados PRO, ya tenemos gobiernos radicales o aliados radicales casi en medio país.
Los radicales, que abandonaron el gobierno anticipadamente con sus dos últimos presidentes, Raúl Alfonsín y De la Rúa, de pronto -no tan de pronto en realidad, pasaron 20 años de la última presidencia radical- resurgen y alcanzan su mejor momento en décadas.
Atención, mucha atención, porque el radicalismo amenaza con alcanzar su mayor cuota de poder desde Alfonsín, justo ahora que no tiene ni candidato a presidente.
Y si cae Patricia Bullrich antes del balotaje, sumado al derrumbe de Horacio Rodríguez Larreta, la UCR podrá finalmente ser la mayor oposición del país. Claro, todo eso dependiendo de lo que pase con Javier Milei en octubre, porque si él gana también habrá que ordenar al peronismo en la oposición, con lo cual la triste grieta se irá a la B mientras los libertarios juegan en primera.
Como sea, lo que queda claro es que el único riesgo de desaparición será para Juntos por el Cambio (el kirchnerismo ya desapareció), pero la UCR seguirá en escena.
Ese es el panorama en el país, no en Catamarca. Aquí la UCR se despidió de las victorias con Eduardo Brizuela del Moral, y ahora su objetivo de máxima es no quedar terceros.
No hubo renovación, sobraron vendidos, sobraron caballos de Troya, y al final la UCR local es una lágrima. La dejaron pasar porque hicieron una interna, ningunearon a los ganadores de la interna para inventar una superalianza que después fue a otra interna, y tantas ambiciones personales pudrieron toda la fruta y se quedaron sin nada.
Acá no hay renacer, porque muchos radicales miran con cariño a Jalil y por un nombramiento de tercer orden abandonan todo y salen a protegerse de la sequía que se viene. Se la hicieron muy fácil al gobierno catamarqueño, que sin despeinarse se los metió en el bolsillo.
El Catucho.