Señoras y señores, el ENRE agoniza. Nacido a la sombra de la ola de privatizaciones menemista, cuando se colocó el cartel de remate a todas las empresas públicas, este ente surgió como supuesto órgano de control de los concesionarios, y por algún capricho del destino, sobrevivió después de que esas empresas volvieron a manos del Estado.
El gobernador Raúl Jalil advirtió lo superfluo de esa entidad, y ya avisó que el Ente Regulador de Servicios Públicos y Otras Concesiones (ENRE) pasará a la galería de los (malos) recuerdos.
Por supuesto, en el directorio del ENRE se agarran de los pelos y hasta hablan de inconstitucionalidad, de monarquía, de olvidar a los usuarios, etc., etc. Dicen que el Estado no puede ser juez y parte, al tener los servicios públicos a cargo, aunque el Estado funciona así, siempre se controla a sí mismo. El Tribunal de Cuentas no es una entidad privada.
Acá se plantea como que sin el ENRE quedamos todos huérfanos a merced de las empresas estatales.
¿Es realmente así? ¿Alguien va a extrañar al ENRE?
Es posible que nadie. El ENRE nunca resolvió nada, y siempre fue condescendiente con las empresas e indiferente con los usuarios.
Cuando los Taselli hacían estragos vaciando EDECAT, cuando la provincia sufría apagones de horas y horas, cuando las subas y bajas de tensión quemaban equipos de comercios, cuando en las casas se pudría la mercadería en la heladera, cuando los aires acondicionados no prendían por falta de tensión, cuando cualquier kiosquito tenía que comprarse un generador para tener algo de luz, etc., etc… ¿qué hizo el ENRE?
Cuando familias enteras pasaban días y días sin agua, cuando se cortaban las calles en veranos con 45 grados a la sombra por falta de agua, cuando las escuelas despachaban a los alumnos por falta de agua… ¿qué hizo el ENRE?
Cuando de uno u otro servicio llegaban facturas abusivas, malos cálculos de consumo, tarifazos… ¿qué hizo el ENRE?
Ir a reclamar era perder el tiempo. Siempre hicieron la vista gorda y protegieron a las empresas. Primero había que pagar y si se habían quemado electrodomésticos nuevos, con suerte, los hacían “reparar” y te lo devolvían emparchado cuando se les ocurría. A llorar al campito. Y sino te descontaban los 100.000 pesos que habías perdido en 100.000 cuotas de un peso mientras te obligaban a seguir pagándole a la empresa.
Para qué seguir recordando lo que todos los catamarqueños vivieron y padecieron… ¡Chau ENRE! ¡Hasta nunca!