Como la huella de destrucción que deja el paso de un ciclón, un tendal de empresas quedaron desoladas y sucumbieron ante los manejos fraudulentos y delictivos de la familia Taselli. Durante décadas, en provincias distantes a miles de kilómetros, y en rubros de los más variados, el grupo liderado por el inescrupuloso Sergio y su familia, practicó con total impunidad el arte de exprimir y vaciar empresas en las que se involucraban solo para sacar ganancias. Catamarca tuvo la desgracia de conocerlo, gracias a la gestión de Oscar Castillo.
“Es un empresario que compra empresas para luego quebrarlas y hacer la diferencia con la renegociación de los pasivos”, lo definía un sindicalista del sector lácteo, cuando Sergio desembarcó en Parmalat Argentina, empresa que compró por el valor simbólico de 1 euro, prometiendo la reactivación y a los días se declaró en convocatoria de acreedores.
El último reporte del accionar destructivo de los Taselli surge de la ciudad de Rosario, donde el fiscal Luis Schiappa imputó al empresario Máximo Tasselli, presidente de Petroquímica Bermúdez, una empresa adquirida por su padre Sergio Taselli, como responsable del daño ambiental irreversible que se produjo en esa planta, ubicada a cinco kilómetros de la ciudad santafesina, donde desaparecieron 850 tanques de cloro gaseoso y se habrían enterrado sustancias cancerígenas como asbesto, que son altamente tóxicas, algo que contaminó las napas y el agua de la zona, según detectó una auditoría.
Aunque siempre mostraron especial debilidad por las empresas públicas y habilidad para ganar los procesos de privatización, Sergio Taselli, su hermano Alberto, sus respectivos hijos Máximo y Lucas, no despreciaron la oportunidad de desplegar sus maniobras en empresas privadas, como la láctea o la petroquímica mencionada párrafos arriba o el frigorífico Santa Elena.
En otro porfolio de empresas, los Taselli tenían las estructuras que utilizaba para la triangulación de fondos y el vaciamiento de las empresas a las que llegaban para la rapiña. Molinos y Establecimientos Harineros Bruning, Transnea, Poliservicios, Old Tenakon y otras empresas fantasmas que se usaban para comprar o licitar las empresas en las que desembarcaban y para direccionar los recursos que iban expoliando de sus cuentas.
Por ejemplo, en el caso de EDECAT, se detectaron maniobras ilícitas en las que la empresa catamarqueña asumía deudas injustificadas con otras empresas, todas domiciliadas en Buenos Aires y relacionadas con los Taselli. Además de tomarse préstamos bancarios millonarios que, una vez que entraban a las cuentas de EDECAT eran derivados a cuentas en bancos europeos. Triangulaciones y movimientos multimillonarios que pusieron a los Taselli bajo la lupa de organismos de fiscalización de Suiza y Holanda.
Pero claro, en términos de negocios (sobre todo en los ilegales) lo fácil y rentable siempre es más atractivo, y los Taselli fueron lo suficientemente astutos y cómodos para detectar lo vulnerables que eran las empresas públicas, sobre todo en los ´90, cuando la fiebre de las privatizaciones se las dejaban servidas en bandeja para que los capitales inescrupulosos las vaciaran. Los contactos con el menemismo fueron la carta blanca de esta familia de italianos, llegados a la Argentina cuando Sergio era pequeño.
Hijo de un empresario especializado en tendido de cables eléctricos, Sergio Taselli fue construyendo con bajo perfil un grupo empresarial, a partir de proveer de chatarra a Techint. Aunque rápidamente pasó a lo que sería su principal modelo de negocios: el desfalco y la defraudación, que también se padeció en esta provincia.
Catamarca se cruzó en el camino del grupo Taselli cuando en 1996 logró quedarse con la gestión del servicio de energía eléctrica en la provincia, tras la liquidación de la Dirección de Energía Catamarca y su privatización dispuesta durante el gobierno de Arnoldo Castillo. Aunque no ocupaba un cargo formal en el Ejecutivo Provincial (era Diputado Nacional por ese entonces) son muchos los que coinciden en señalar que Taselli tocó tierra en Catamarca por gestión de Oscar Castillo. De la misma manera que digitó, desde una oficina en Casa de Gobierno, otros procesos similares. No se puede dejar de mencionar que la DECA fue una víctima más de esa fiebre que también fulminó al Banco de Catamarca, el Instituto Provincial de Previsión Social o el Casino.
Empresario dilecto del menemismo, dos años antes Taselli había logrado la adjudicación de la empresa Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, privatizada por el propio presidente Carlos Menem que, como no podía ser de otra manera, terminó en tragedia financiera y humana. Aunque junto a la concesión recibió un aporte de 25 millones de dólares, la estructura nunca recibió inversiones y la empresa terminó desmoronándose, en sentido financiero y literal.
Los 12 años del grupo Taselli en Catamarca fueron nefastos. Solo en la administración del servicio de distribución de energía eléctrica de la EDECAT se cometieron semejante cantidad de irregularidades y maniobras financieras ilegales que, literalmente, sería abrumador detallarlas todas. Sintética pero suficientemente ilustrativa es la descripción que hizo oportunamente el diario El Ancasti al señalar que “prácticamente desde el inicio mismo de la privatización de la energía” había denunciado las irregularidades “en todas sus facetas”.
Entre las que enumera “las denuncias por la malversación del Fondo Especial para el Desarrollo Energético del Interior (FEDEI), en la transferencia irregular de acciones a una misteriosa empresa uruguaya, en la utilización de transformadores refrigerados con PCB, en la sobrefacturación, en la estafa a los usuarios por más de 12 millones de pesos con la manipulación de datos, en la pésima calidad del servicio brindado, que derivó en apagones y fluctuaciones de la tensión, en la ausencia de inversiones, en el despilfarro de un fondo fiduciario de 30 millones que se conformó en 2007, en la renegociación del contrato para hacer las inversiones omitidas en más de una década”.
Y continua: “Todas las irregularidades e ineptitudes de la EDECAT de Taselli contaron con la complicidad del poder político provincial que le había entregado el mercado cautivo de los consumidores y también, en más de una oportunidad, con la colaboración de operadores de la oposición”.
Cuando Oscar Castillo trajo a Taselli a Catamarca ya se le conocían al empresario maniobras económicas ilegales, por las que era investigado en el ámbito internacional. De hecho, en 1994, Suiza había abierto una investigación por lavado de dinero por una denuncia de su propio hermano Alberto. Dato sin importancia para el gobierno del FCyS y su promotor, que le entregaron la concesión de la empresa de energía.
La pila de incumplimientos e irregularidades tampoco fueron suficiente argumento para que Oscar Castillo, ya como gobernador, o Eduardo Brizuela del Moral rescindieran el contrato. La infraestructura de distribución de energía se caía a pedazos, la empresa se vaciaba de activos, y los usuarios padecía el servicio desastroso. Pero Taselli seguía administrando EDECAT y hasta renegociando el contrato (en 2006), para conseguir más beneficios a cambio de inversiones que, obviamente, nunca cumplio.
En 2004, a miles de kilómetros de Catamarca, una dolorosa pero anunciada tragedia ocurría en el sector minero, cuando un incendio en el Yacimientos Carboníferos de Río Turbio dejó un saldo de 14 trabajadores muertos. Una demostración cabal de la nefasta administración que hacía el grupo Taselli en las empresas que controlaba y una clara advertencia de lo que podía suceder en Catamarca. Sin embargo, tampoco fue tomado en cuenta para decidir una interrupción del contrato de concesión.
También se puso en funcionamiento por esos años una Comisión Bicameral de Seguimiento de los Contratos de Servicios Públicos. Controlada principalmente por el FCyS, oficialismo en ese entonces, poco y nada se hizo desde el Poder Legislativo para evitar que se profundicen los daños de los Taselli en Catamarca.
Fue una insurrección general de los empleados por las malas condiciones de trabajo y cuestiones salariales, y no los 12 años de incumplimientos y pésimo servicio, los que forzaron la rescisión del contrato. Aunque la infraestructura se caía a pedazos y los usuarios padecían cautivos las consecuencias de la administración Taselli, fue la medida de fuerza de los trabajadores la que obligó, en 2006, al entonces gobernador Brizuela del Moral a rescindir el contrato gestionado por el castillismo y sostenido por el FCyS por 12 años.
Los ferrocarriles San Martín, Roca y Belgrano Sur entre 2004 y 2007; Aceros Zapla, desde 1999; EDEFOR, desde 1995 hasta el 2010; fueron otras concesiones de servicios y empresas públicas en las que Taselli & Flia. dejó su huella destructiva, generando pasivos y movimientos financieros ilegales y estafas multimillonarios. Por algunas de las cuales terminó además involucrado (y detenido) en la Causa de los Cuadernos.
Un huracán destructivo que deja calamidad a su paso, hace más de tres décadas que Taselli es en Argentina sinónimo de defraudación, estafa y delitos en sus actividades empresariales. Un ciclón que llegó a Catamarca, y continúa desbastando empresas en el país, por la complicidad y connivencia del poder político.