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Palacios en la cuerda floja

Y se larga nomás el jury de enjuiciamiento contra el fiscal Laureano Palacios, el inexperto funcionario judicial que se hizo tristemente célebre en todo el país por decir que el ministro Juan Carlos Rojas “Rojitas” había muerto por causas naturales.

“Yo me hice presente en el lugar del hecho, trabajé en conjunto con la gente del Ministerio de Seguridad. No hemos notado nada extraordinario digamos, como para pensar en una muerte violenta (…) no se ven signos de violencia a primera vista”. Esas fueron las palabras de Palacios, palabras que están grabadas a plena luz del día, con su cara y su voz, porque no surgen de un teléfono pinchado ni nada parecido: fue su declaración oficial a la prensa.

Claro, son declaraciones inexplicables, algo que resulta inconcebible desde que los hijos de “Rojitas” tomaron la dura y valiente decisión de mostrar cómo había sido hallado el cuerpo de su padre: destrozado, torturado, entre charcos de sangre, con su rostro desfigurado y severas lesiones en distintas partes del cuerpo.

Así de complicada es la situación del por ahora fiscal Palacios, quien permanece entre la espada y la pared, ya que su comportamiento, si se lo analiza desde la lógica, sólo podría obedecer a una bestial negligencia, a una mentira calculada y alevosa, a una completa impericia o al cumplimiento de órdenes impartidas por alguien más poderoso que él. Eso es lo que buscará esclarecer el jury, y ninguna opción sugiere la posibilidad de que salga bien parado del proceso.

El mismo poder político que lo nombró, ahora le suelta la mano, porque una cabeza tiene que rodar y la suya es la primera que aparece. Si se la dejará cortar mansamente o hablará para decir la verdad de lo ocurrido, no se sabe. Quizás opte por el mal menor: hacerse cargo, ofrecer su inmolación como gesto de lealtad y asegurarse protección posterior por sus buenos modales. Son especulaciones, claro, nada más.

Porque acá el tema Palacios es secundario. La cuestión es si hubo un encubrimiento del gobierno al crimen de su propio ministro. Eso sería gravísimo. Y si Palacios, de una manera o de otra, se hace cargo de su desastrosa actuación, desvincula al resto. A los que lo nombraron.
No hay que olvidar que en el mismísimo Congreso de la Nación se trató este tema, cuando el senador nacional Flavio Fama planteó una cuestión de privilegio contra el gobernador y lo denunció por el encubrimiento judicial en el Caso Rojas. Lo acusó “por idear y ejecutar un plan para designar funcionarios judiciales a dedo”, base del “sistema de encubrimiento judicial”.

“Raúl Jalil es el responsable intelectual y material de la designación de funcionarios y magistrados judiciales que están impidiendo la administración transparente de Justicia en nuestra provincia. Debo mencionar el caso de la muerte del ministro de Desarrollo Social: una persona de las filas del peronismo, idónea, referente del gastronómico Luis Barrionuevo, que asumió en mayo del año pasado un Ministerio caliente. Juan Carlos Rojas fue hallado muerto el 4 de diciembre del año pasado por su hijo. Intervino la Policía, intervino el fiscal Laureano Palacios y establece que la muerte fue por causas naturales. También lo acompañaba el fiscal general Alejandro Dalla Lasta. Tengo en mi poder la primera autopsia, que es verdaderamente escueta: según la operación de autopsia se podría determinar que la causa fehaciente de muerte es traumatismo de cráneo encefálico y hematoma subdural. Nada más. No establece móviles ni plazos. Es así que el día lunes 5 de diciembre, cuando se hacía el funeral del ministro muerto por causas naturales, y por testimonios de la familia nos enteramos que el señor gobernador, la señora ministra de Seguridad y el señor Luis Barrionuevo apartaron a la familia para comunicarle que en verdad Rojas había sido asesinado. Eso lo hizo público Barrionuevo y fue la primera explosión del caso. Provocó que se ordene una segunda autopsia que es absolutamente detallada y expresa con claridad que al ministro lo mataron con un golpe en la nuca, y que previamente fue torturado y arrastrado por las lesiones que tenía”.

Ahora el “acusado”, el sospechado es Palacios. Pero la culpa no es del chancho. También Fama recordó en su momento: “¿Quieren saber cómo llegó Palacios a la Fiscalía 2? Al concurso se inscribieron ocho abogados y solamente aprobó uno.

A casi seis meses del crimen, Palacios deberá responder. Por lo que hizo y por lo que no hizo. Su pellejo está en juego, pero para muchos, es el menor de los precios que se pueden pagar por este escándalo.

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