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Los 10 desafíos que marcaron la gestión económica de Martín Guzmán

Martín Guzmán fue desde el principio de su gestión una suerte de hijo político del presidente de la Nación, Alberto Fernández.
Licenciado en Economía en la Universidad de La Plata, con estudios en la Brown University, de la prestigiosa Ivy League y posterior incursión académica en la Universidad de Columbia, Nueva York, donde tuvo como mentor a Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, quien en varias ocasiones había compartido atril con la entonces presidente Cristina Kirchner.
Ese padrinazgo, y sus papers sobre restructuración de deudas soberanas le sirvieron como carta de presentación ante el presidente y el kirchnerismo, que sin embargo lo sometió desde el inicio a una estricta vigilancia política e ideológica.
A continuación, diez hitos de la gestión de Guzmán:
1 – Default y restructuración de la deuda con los acreedores privados
El Gobierno había planteado de entrada que la deuda externa en divisas con acreedores privados era “impagable” y, tras una serie de prórrogas y períodos de espera, entró formalmente en default el 22 de mayo de 2020
Con su chapa de experto en el tema, Guzmán se abocó a la restructuración, proceso que le insumió poco menos de 9 meses de gestión y completó a fines de agosto de 2020. Eligió negociar primero con los fondos privados y no con el Fondo, lo que según algunos observadores le impidió pivotear en un acuerdo con el organismo para lograr un mayor respaldo internacional a su propuesta y así “disciplinar” a los fondos privados.
La negociación tuvo varias idas y vueltas, ofertas y contraofertas, hasta que el 31 de agosto se anunció el acuerdo con una amplia adhesión, del 93,5%, que por la activación de las llamadas “Cláusulas de Acción Colectiva” se elevó al 99 por ciento.
2 – Manejo de la pandemia en medio de una fuerte caída del PBI y una reducción de la tasa de inflación
Economía inició su gestión insinuando un principio de consolidación fiscal en base a un paquete de aumento de impuestos y prudencia en el gasto, pero todo cambió a partir de la segunda mitad de marzo cuando el Gobierno inició su política de contención de la pandemia de coronavirus con sucesivas medidas de cuarentena que prolongaron el cierre de vastos sectores de la economía durante cerca de ocho meses, uno de los confinamientos más extensos y prolongados del mundo.
En compensación, el gobierno instituyó dos programas principales, el de Apoyo al Trabajo y la Producción (ATP), que financió el pago de salarios en las empresas y empleados alcanzados de hasta dos veces el salario mínimo vital y móvil, y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
La paralización de la economía implicó un colapso de la actividad económica en abril y una fortísima caída del PBI a lo largo de 2020, que cerró con una retracción del 9,9 por ciento y fuertes aumentos del desempleo y de pobreza. Tal vez la única consecuencia económica positiva fue la disminución de la tasa de inflación, que de más del 58% en 2019, el último año del gobierno de Mauricio Macri, se redujo a 36,1% en 2020, el primero completo de gestión de Alberto Fernández.
3 – Negociación prolongada con el FMI, condicionada por exigencias insatisfechas del kirchnerismo
Desde el inicio de su negociación con el organismo que conduce Kristalina Georgieva, las conversaciones estuvieron enmarcadas en un reclamo del kirchnerismo para influir en la dirección de ese tira y afloje. El sector más identificado con Cristina Kirchner intentó imponer condiciones: que haya un plazo de pago de 20 años y un plazo de gracia sin realizar giros al organismo, dos elementos que Guzmán ni siquiera los consideró porque están fuera de los estatutos del Fondo Monetario.
Lo que sí intentó plantear el ex ministro en la mesa de negociación, pero que no tuvo éxito, fue la reducción de los sobrecargos de interés que tienen típicamente este tipo de acuerdos con el FMI, que son las tasas que tienen que pagar los Estados a lo largo de la duración de un programa financiero y que tienen distintos niveles de acuerdo a los plazos de vigencia. Los cálculos oficiales hablaban de un ahorro de USD 1.000 millones anuales ante una modificación de esta naturaleza. Fue, incluso, un elemento central de la negociación que planteó Guzmán mientras discutía con el staff del Fondo.
Ese reclamo de Guzmán fue motorizado en distintos foros internacionales ante líderes y funcionarios de los países integrantes del directorio del FMI, pero no hubo eco dentro del propio Fondo Monetario.
4 – Imposibilidad de controlar el área de Energía
Si bien la cartera de Guzmán no incluía al principio de su gestión el área energética, en septiembre de 2020 la secretaría de Energía, donde hasta entonces se desempeñaba el misionerio Sergio Lanziani, pasó a su órbita y fue designado como secretario el neuquino Darío Martínez, cercano al kirchnerismo.
Si bien tanto Guzmán como Kulfas, su principal aliado en el Gabinete, eran críticos de la política de subsidios que durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner había aplicado el kirchnerismo, Economía nunca logró imponer su gente ni sus ideas. Los entes reguladores del gas y la electricidad fueron intervenidos por funcionarios camporistas o afines al kirchnerismo, y en empresas y agencias clave del área energética, como YPF, Cammesa y IEASA/Enarsa, también fueron designadas personas más cercanas al Instituto Patria que a las ideas de Guzmán.
La situación quedó brutalmente expuesta a fines de abril de 2021 cuando desde la presidencia, la Jefatura de Gabinete y el ministerio de Economía se informó a los medios que Guzmán había ordenado el desplazamiento del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, quien sin embargo –respaldado por Cristina Kirchner- no solo resistió en su puesto sino que limitó los aumentos de la tarifa eléctrica -que Guzmán pretendía fueran de al menos el 15%- a un máximo del 9 por ciento. Quedaba obturada así la reducción del monto de los subsidios a la Energía, que el ministro siguió criticando por su carácter pro-rico, pero no pudo cambiar como pretendía.
5 – Fuerte aumento de la inflación a lo largo de 2021
A lo largo de 2021, a medida que las diferentes actividades que habían sido saliendo de los confinamientos dispuestos casi hasta fines de 2020, la paultina “vuelta a la normalidad” se acompañó de un aumento del ritmo de inflación, que cerró el año con una inflación del 50,9%, muy lejos de la pauta del 29% que había fijado Guzmán en el presupuesto nacional e incluso de una “actualización” posterior, al 33 por ciento. Además, pese al congelamiento y atraso cambiario dispuestos a lo largo del año, diciembre registró una inflación del 3,8%, que auguraba un muy mal inicio para 2022, en que debía alcanzarse el postergado acuerdo con el FMI, debido a los fuertes vencimientos agendados para los meses de marzo y septiembre. Los vencimientos de septiembre de 2021 fueron afrontados, en cambio, con los propios Derechos Especiales de Giro (DEGs) que por valor de poco más de USD 4.300 millones había enviado en agosto el FMI en función del aumento de su capital acordado en el marco de los países del G7.
Un dato que anticipaba el agravamiento del problema inflacionario fue que a lo largo de 2021 en ningún mes la llamada “inflación núcleo”, que excluye los bienes y servicios regulados y estacionales- se había situado por debajo del 3 por ciento, pese a la vigencia y prolongación de programas como Precios Cuidados que hasta fines del año habían abarcado más de 1.300 productos.
6 – Derrota en las PASO y acusación de Cristina Kirchner que apuntó por la derrota a la política fiscal del ministerio de Economía
La derrota del Gobierno en las PASO de septiembre del año pasado agrandó el conflicto entre la supuesta área “albertista” del Gobierno, del que Guzmán era una figura prominente, y el kirchnerismo. La propia Cristina Kirchner atribuyó la derrota a la política fiscal del ministro, por no ejecutar a un ritmo adecuado las diferentes partidas de gasto y optar por un “ajuste” de la economía. Guzmán respondió expresamente a esa crítica de la vicepresidente señalando que no había tal ajuste, pues el gasto real aumentaba, aunque lo hiciera a un ritmo inferior al del aumento de la recaudación.
Voces del kirchnerismo, como la del exministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, entonces candidato a diputado nacional, pidieron la aplicación de un “Plan Platita” y Roberto Feletti, economista también vinculado al kirchnerismo, asumió como secretario de Comercio, desde donde empezó a negociar nuevos acuerdos y controles de precios y a afirmar públicamente que era necesario un nuevo aumento de las retenciones a las exportaciones del campo y la agroindustria para “desacoplar” los precios locales de los internacionales. Tanto Economía como el Ministerio de Agricultura resistieron la medida y el compromiso fue un aumento de las retenciones a la exportación de biocombustibles y de los aceites, para crear un “fideicomiso del trigo” con cuyos fondos se limitarían los aumentos de precios de productos como las harinas, las pastas y el pan.
7 – Acuerdo con el FMI, sin el apoyo del kirchnerismo
Luego de un año y medio desde la apertura formal de las negociaciones, a fines de enero el entonces ministro Guzmán oficializó un principio de entendimiento con el Fondo Monetario, que incluyó metas exigibles por parte del organismo para reducir el déficit fiscal, la emisión monetaria y la acumulación de reservas. Las conversaciones técnicas continuaron durante algunas semanas más antes de tener la versión final de ese programa.
Finalmente, el 25 de marzo el directorio dio el aval final y comenzó la vigencia del acuerdo, tras el tratamiento parlamentario que incluyó la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura de bloque oficialista en Diputados y un primer reclamo de Cristina Kirchner cuando se trató en el Senado. Casi desde el inicio del programa con el FMI, el kirchnerismo manifestó su disconformidad con el resultado de la negociación, hasta incluso aseguraron que Guzmán “ocultó” ante la vicepresidenta parte del contenido del debate técnico, algo que el ministro en reuniones privadas siempre negó.
Las críticas centrales del kirchnerismo al acuerdo tuvieron que ver con el carácter, según ese sector, recesivo y políticamente problemático para las chances electorales para 2023. Ese programa fue visto como un ajuste comprometido ante el organismo y acusaron a Guzmán de no haber presionado lo suficiente durante la negociación para conseguir condiciones más favorables para la Argentina.
8 – Fuerte aceleración de la inflación a partir de marzo 2022
Ya teniendo en claro que el kirchnerismo iba por su cabeza, una de las esperanzas de Guzmán era que el acuerdo con el FMI, al despejar el fantasma del default y de una fuerte devaluación contribuyera a calmar las expectativas y empezar a reducir una tasa de inflación que en marzo alcanzó un ritmo mensual del 6,7%, la más alta en 20 años. El costo de vida acumuló así un aumento del 55,1% en doce meses. Además, el registro de marzo mostró un aumento del 7,5% en el precio de los alimentos.
Los precios aminoraron levemente su ritmo en abril, cuando el aumento fue del 6%, acumulando 54% en doce meses, y del 5,1% en mayo. Para entonces, economistas y consultores ya habían elevado sus proyecciones a más del 60 e incluso más del 70% anual. Sobre fines de mayo, además, renunció el secretario de Comercio, Roberto Feletti, luego de que se anunciáse el paso de su secretaría a la égida de Guzmán, que lo reemplazó con Guillermo Hang, un hombre de su confianza, hasta entonces director del Banco Central. La renuncia de Feletti había sido ordenada por Cristina Kirchner, para que Guzmán se haga enteramente cargo del fracaso del combate a la inflación. Feletti dirigió su carga de renuncia no a Guzmán, sino al presidente Alberto Fernández.
9 – Eyección del Gobierno de su principal aliado, Matías Kulfas
A principios de junio, Guzmán perdió a su alter ego en el Gabinete de Alberto Fernández, Matías Kulfas debió dejar el ministerio de Desarrollo Productivo luego de que el presidente le pidió la renuncia a causa de un cruce de acusaciones con el kirchnerismo que involucró a la propia vicepresidente Cristina Kirchner.
El desencadenante fue la demora y las dudas en la realización del Gasoducto Néstor Kirchner, imprescindible para que –a través de una mayor canalización de la producción de gas de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, hacia el principal centro de consumo, el AMBA- el país achique su dependencia de la importación de gas por gasoducto desde Bolivia y, en particular, la compra de Gas Natural Licuado (GNL) que llega en buques a los puertos de Bahía Blanca y Escobar. Las importaciones energéticas y la reducción de los subsidios a las tarifas son la principal herramienta que Guzmán había acordado con el FMI para reducir el déficit fiscal y facilitar la acumulación de reservas internacionales en el Banco Central.
El episodio dejó aún más en claro que Guzmán no controlaba un área crucial de su cartera, algo que quedó aún más en evidencia cuando el secretario del área, el neuquino Martínez, delegó completamente el subsecretario de Planeamiento Energético, un hombre de Guzmán, de la implementación de la complejísima “segmentación” de subsidios.
10 – Caída de la cotización de los bonos en pesos, dificultades para acumular reservas y “super cepo” en respuesta a presiones del kirchnerismo
Las últimas semanas de Guzmán como ministro fueron marcadas por una aceleración de la de crisis económica y política. En el frente financiero, a mediados de junio se produjo un colapso de la cotización de los bonos en pesos ajustables por inflación, claves para el financiamiento del Tesoro y para que Economía pueda cumplir la meta del Fondo de no contar con más del 1% del PBI de financiamiento con emisión del Banco Central. La caída fue precipitada por una orden de venta de una serie de bonos de Enarsa, una de las empresas del área energética controladas por el kirchnerismo, a lo que Economía reaccionó con el auxilio del Banco Central, que realizó compras masivas de bonos para sostener su precio.
La operación avivó las dudas de los inversores acerca de la estrategia financiera de Guzmán. Además, en el frente político continuaron los constantes cruces discursivos entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que en un discurso en Avellaneda denunció un “festival de importaciones” acusando tácita pero claramente a Economía y el Banco Central por no evitar la salida de dólares y no poder aumentar las reservas del país ni siquiera en el período de más intensa liquidación del sector agroexportador.
En respuesta, el lunes pasado Guzmán dijo que el Banco Central garantizaría el valor de los bonos en pesos y la propia entidad dispuso un fortísimo endurecimiento del cepo cambiario, prácticamente cerrando el ingreso de importaciones, lo que le permitió al Banco Central acumular más de USD 1.000 millones de dólares al cabo de tres jornadas y a Guzmán anunciar que se habían cumplido así las metas del segundo trimestre del acuerdo con el FMI.
Pero tal vez ya era tarde. Guzmán finalmente su renuncia este sábado, dejando la crisis enteramente en las manos del presidente Alberto Fernández.

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