Lapidario informe sobre el boom del litio

Con el apoyo de Climate Tracker América Latina y Periodistas por el Planeta (PxP), se publicó un informe elaborado por Natali Risso que revela el lado más oscuro del negocio del litio, haciendo hincapié en la poca transparencia del rubro en el país y el mensaje engañoso de las grandes empresas.

Se expone que hay datos que se repiten cual mantra al hablar de litio: que es uno de los minerales fundamentales para la transición energética; que su demanda aumentará 42 veces hacia 2040; que el 62% de los recursos conocidos a nivel mundial se concentran en el “triángulo del litio” conformado por Argentina,  Bolivia y Chile.

Mucho menos conocidos son los nombres y el modo de operar de las empresas que participan en su cadena de valor, que tiene cuatro eslabones.

Apenas siete empresas concentran el 80% del mercado mundial de extracción de litio, el primer eslabón. Son las estadounidenses Albemarle y Livent, la chilena SQM, las australianas Allkem y Pilbara, las chinas Ganfeng y Tianqui Lithium. Esos mismos nombres son los que aparecen, alternando su orden, en la lista de las compañías mineras de litio con mayor valor bursátil, que publica mensualmente Forbes Advisor, una división de la conocida revista Forbes que da consejos financieros.

“Al mirar este escenario de siete empresas extractoras, aparece la idea de oligopolio. Es decir, pocas firmas controlando el mercado”, explica el economista Ariel Slipak, coordinador del área de investigaciones de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Agrega:

En este universo todavía menos conocido —el de las fabricantes de baterías—, aparecen nombres como CATL o ByD, dos firmas chinas que producen el 40% de las baterías de ion-litio del mundo. Le siguen LG Chem, Panasonic, SK, Samsung, Gotion y Svolt. Todas con oficinas centrales en China, Corea y Japón. En efecto, China concentra el 70% de la producción de los cátodos, uno de los insumos para hacer las celdas que luego se empaquetan hasta transformarse en baterías.

“Estamos comprometidos a construir un mundo más resiliente”. “El futuro es brillante”. “Creamos vidas”. Estos son algunos de los eslóganes que aparecen en la portada de las páginas web de estas firmas. La transición energética es prioridad, al menos en teoría, en todo el mundo.

El triángulo de litio no sólo se destaca por la cantidad de reservas, sino también por su calidad. A diferencia de Australia (cuarto en el podio de los países con mayores recursos), que lo contiene en roca dura, o de Estados Unidos (cuarto en reservas globales) y México (décimo), donde se presenta en arcilla, para cuya extracción a volumen comercial todavía no se ha desarrollado la tecnología, en Argentina, Chile y  Bolivia se encuentra en la salmuera de los salares de altura.

“Argentina es el país que más inversión está recibiendo en el mundo”, cuenta José Alioto, gerente de Asuntos Públicos de la minera australiana Allkem —que en mayo anunció su fusión con la estadounidense Livent, creando un gigante del litio mundial—, mayoritaria con el 66,5% del consorcio Sales de Jujuy que explota el Salar de Olaroz en la provincia de Jujuy, al norte del país. Las regulaciones de Argentina, hoy, son “muy favorables”, detalla.

Por el marco legal vigente, en Argentina, las firmas tienen la posibilidad de explorar territorios con enormes beneficios fiscales, que son un imán para las inversiones extranjeras. Actualmente, el país cuenta con tres proyectos de litio en producción y otros 50 en cartera, algunos más avanzados en etapa de construcción, otros aún en la fase de prospección.

Las mineras son foco de atención. No sólo por la actividad extractiva de recursos naturales en sí, sino también por las prácticas de las que se valen para desarrollarla —por ejemplo, evadiendo impuestos, como evidencia el caso de Livent —ahora Arcadium Lithium—, que tiene una causa en Argentina por haber subfacturado exportaciones en 2018 y 2019—. Muchas de estas empresas terminan, incluso, teniendo un mayor poder que los gobiernos locales en donde operan y logran sortear (o influir en la modificación de) aspectos legales, socioambientales y tributarios.

Fénix es el proyecto pionero. Opera a través de la ex Livent en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca, desde 1997. Produce cloruro y carbonato de litio, que es la unidad mínima de transformación que necesita el mineral para ser comercializado.

El acceso a la información es uno de los puntos básicos al momento de investigar proyectos de inversión. En Argentina, la exploración y explotación de litio se hace bajo la forma de una concesión minera que otorga derechos de propiedad sobre una zona por un tiempo determinado a cambio de regalías o impuestos, a cargo de cada provincia, que son las propietarias de los suelos y recursos naturales en su territorio de acuerdo a la Constitución Nacional de 1993. Y, si bien los contratos estatales con privados deberían ser de acceso público, este no siempre es el caso.

En la misma línea de transparencia, conocer quiénes son los titulares de las empresas es —afirman desde Ruido— “uno de los mayores obstáculos presentados a la hora de investigar ilícitos que se puedan dar en el ejercicio de la actividad empresarial extractiva, como la evasión fiscal, el lavado de activos o contribuir a flujos financieros ilegales”.

Livent es una empresa de capitales norteamericanos. En su Reporte Anual 2022 menciona a sus principales accionistas: todos están ligados al sector financiero especulativo, no al productivo y mucho menos a la transición energética que jerarquizan en su página web con frases como “aprovechamos la tecnología del litio para ayudar al mundo a avanzar de manera más limpia, más saludable y más sustentable”.

Blackrock (15,4%) y The Vanguard Group (10,8%) están entre los que figuran en el reporte por contar con más del 5% de las acciones de la compañía. Se trata de fondos de inversión radicados en Estados Unidos que administran dinero de todo el mundo.

En un documental sobre la fusión de Bayer-Monsanto de Gabriela Weber, el economista Werner Rügemer describe a Blackrock como “el mayor administrador de fondos del capitalismo occidental, de grandes empresas, familias ricas, aseguradoras y fondos de pensión”. Agrega: “Es copropietaria de 17.000 empresas y no espera, como un accionista tradicional, los dividendos de fin de año, sino que especula constantemente en las bolsas de Nueva York, Milán, Tokio o Buenos Aires”.

Este fondo —que, en enero de 2022, gestionaba activos por un valor de 900.000 millones de dólares— tiene una relación particular con Argentina: es el principal acreedor privado con sus títulos de deuda, por más de 2.000 millones de dólares, según las acreencias que presentó en el canje de deuda del 31 de agosto de 2020. La mayoría son con cláusula de jurisdicción extranjera, es decir, que no son judicializados bajo leyes de Argentina sino en tribunales extranjeros.

Y van por más: en mayo de 2023, Livent y Allkem anunciaron su fusión, creando Arcadium Lithium, un gigante valorado en 10.600 millones de dólares. El acuerdo ubica a la nueva empresa entre las cinco principales productoras de litio del mundo.

Otro punto en común de estos cuatro fondos es que son tenedores de bonos de la deuda externa argentina. Esa misma condición se encontró en al menos tres propietarios de acciones de Allkem (JP Morgan Investment Management, HSBC Investment Funds y BNP Paribas Asset Management) y en al menos siete casos de Livent (además de Blackrock y Vanguard, Wellington MGMT, Morgan Stanley Investment, Invesco Multi Asset Income, Federated Hermes Emerging Market Debt Fund y Northern Multi Manager Emer MKT Debt Opportunit)”.

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