Educación es un área que no tiene descanso, y la salida del pomanisto Francisco Gordillo del ministerio lejos está de resultar suficiente para calmar las aguas.
Ahora el foco de conflicto está puesto en el traspaso de los Institutos de Enseñanza Superior (IES), desde el área educativa al ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica, una decisión oficial largamente resistida, aunque todo se encamina a concretarla.
Las posturas casi no tienen punto de encuentro. El Gobierno defiende la iniciativa al afirmar que con este cambio se buscará asegurar a los IES una salida laboral, acercándolos a las exigencias de los avances propios de estos tiempos.
Los docentes, acompañados por muchos alumnos, dicen que se avasallan los estatutos del sector, que no hay justificativo para sacar institutos de enseñanza precisamente a Educación, y que todo es una artimañana para dar lugar a nuevos nombramientos, con la excusa de que los necesita el nuevo ministerio para el funcionamiento de los IES.
Hay también otro argumento, y es que no todas las carreras se relacionan directamente con la ciencia y la tecnología, en los IES –un paso más allá de la educación secundaria en un estamento diferente al universitario- también enseñan carreras humanistas, artísticas y muchas otras.
El mundo está copado por las computadoras, es cierto, pero sigue habiendo vida más allá de la informática, terreno que no parece estar contemplado, o al menos no ha merecido el interés necesario de parte de las autoridades.
Por otra parte, se desconoce qué formación tienen los funcionarios del ministerio, creado hace menos de un año, para conducir y dirigir cuerpos de docencia superior, ni cómo regularán aspectos de la enseñanza que le resultan a todas luces ajenos.
La idea asoma como un yerro del gobierno, sino en contenido, lo cual podría discutirse, sí en la forma.
De considerarse necesaria y oportuna la medida, nada costaba convocar a los actores involucrados y escucharlos al menos, en lugar de anunciar el cambio de la noche a la mañana con los hechos ya cocinados.
Sin ir más lejos hubo una reunión virtual con los rectores para exponer las supuestas bondades del cambio, pero resultó tarde: para entonces las protestas ya habían ganado las calles y hasta llevaron a la Intersindical Docente a convocar a un paro.
Que hay problemas en Educación, no quedan dudas. Es el peor año de la historia, con escuelas cerradas durante meses, chicos que no aprenden, maestros que no saben cómo calificar, plataformas insuficientes en una provincia con graves inconvenientes de conectividad. Todo está complicado, y en ese panorama, crear un nuevo conflicto parece un gran desacierto.
¿Era necesario? ¿Servirá para algo? No se sabe. Lo que es seguro es que quien asuma en el Ministerio tendrá problemas desde el día uno, ya que esta resistida medida lo privará incluso de la pequeña “luna de miel” que se les otorga a los funcionarios apenas asumen.
