Oscar Ramírez, padre del policía que murió tras recibir un disparo de su compañero Franco Ávalos, rompió el silencio luego de conocerse la sentencia que condenó al imputado a solo cuatro años de prisión. Indignado por el fallo, aseguró que “tanto el juez, el fiscal, el abogado defensor y el mismo imputado sabían que esto fue un homicidio. No fue jamás un accidente”.
Ramírez, con una extensa trayectoria dentro de la fuerza policial, fue contundente en su descargo: “Esa arma que usó solo un tipo con conocimiento instruido efectúa todos los mecanismos. Con la justicia no quiero saber más nada”, expresó, evidenciando su decepción y dolor ante lo que considera una grave injusticia.
También denunció haber sido completamente abandonado por las instituciones, tanto policiales como judiciales. “No recibí acompañamiento psicológico, ni explicaciones por lo sucedido. Fui a preguntarle a los muchachos para que colaboren y el comisario Romano me dijo que el personal ya había declarado lo que tenía que declarar”, relató.
El padre del joven asesinado recordó que dedicó casi dos décadas de su vida al cuerpo de Guardia de Infantería y lamentó profundamente el trato recibido: “Sinceramente me avergüenza. Ni de la Policía, ni asistentes sociales, nada”.
Respecto al proceso judicial, explicó que si bien había una posibilidad de apelar la sentencia, no se concretó porque la querellante —su nuera— decidió dar un paso al costado. “Primera vez que pasa una cosa así, cuando va el abogado a querer presentar, ya estaba fuera de término”, explicó.
Finalmente, Ramírez fue tajante al cerrar su declaración: “Él ganó y volteó semejante homicidio con mentiras”.