Lady Gaga deslumbró en Coachella con una obra conceptual cargada de dramatismo y reinvención

Lady Gaga volvió a pisar el escenario principal de Coachella con un show tan ambicioso como personal. Bajo el título The Art Of Personal Chaos, la artista ofreció una performance de dos horas cargada de simbolismo, música y una narrativa dividida en cinco actos, donde revisita su historia musical con una mirada introspectiva y renovada.

Diez años después de haber reemplazado a Beyoncé en el festival, Gaga regresó por elección propia y con un proyecto profundamente elaborado: un espectáculo visual y emocional basado en su último álbum Mayhem, que debutó en el primer puesto del Billboard 200. La dirección artística estuvo a cargo de la coreógrafa Parris Goebel, quien logró plasmar en escena una travesía que va desde el caos interior hasta la liberación.

El primer acto, Velvet and Vice, funcionó como una introducción potente: versiones reimaginadas de “Bloody Mary”, “Judas”, “Abracadabra”, “Garden of Eden” y “Poker Face” se hilvanaron hasta culminar en una metáfora visual donde el “yo” actual de Gaga derrota a sus antiguos alter egos en una partida de ajedrez simbólica.

En el segundo acto, And She Fell Into a Gothic Dream, los fantasmas del pasado emergen con temas como “Perfect Celebrity”, “Disease” y una interpretación minimalista de “Paparazzi” que dejó al público en silencio. Luego llegó The Beautiful Nightmare That Knows Her Name, el momento más oscuro del show, con una intensa puesta gótica en la que Gaga cantó “Killah”, “Zombieboy”, “Die With a Smile” junto a Bruno Mars y “How Bad Do U Want Me”.

El cuarto acto, To Wake Her Is To Lose Her, tuvo su punto más alto con “Born This Way”, himno indiscutible de la comunidad LGBTQI+, interpretado con una carga emocional que hizo vibrar al público. Finalmente, Finale: Eternal Aria Of the Monster Heart cerró la noche con Gaga al piano interpretando “Shallow”, caminando entre los fans, y una versión extendida de “Bad Romance” que coronó el espectáculo. “Somos monstruos, y los monstruos nunca mueren”, exclamó antes de retirarse.

Con una escenografía que combinó elementos de ópera clásica y castillos medievales con una estética industrial futurista, Lady Gaga no solo celebró su trayectoria, sino que ofreció una declaración artística poderosa sobre identidad, transformación y resistencia. Una noche inolvidable en la historia de Coachella.