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Victoria, dudas y fisuras

Este domingo, el FDT redondeó en Catamarca una performance electoral sobresaliente. La contundente victoria del oficialismo en las PASO deja, en términos cuantitativos, excelentes guarismos. Superó a JxC de punta a punta, con ventajas de más de 20 puntos, alcanzando en algunas categorías el 55% de los votos. Y para destacarse en el contexto nacional de crecimiento del macrismo, fue una de los pocos distritos que le dieron a Nación una alegría electoral. Pero el análisis resultadista, que pinta una apariencia de imbatibilidad y armonía, disimula asperezas y grietas internas y deja incertidumbres puertas adentro. 

Desde la óptica resultadista, la estrategia oficialista de colocar a la actual diputada provincial Lucia Corpacci como cabeza de lista fue eficaz. Si se buscaba asegurar la victoria reforzando la discreta oferta electoral del FDT con una figura que asegure votos, la ex gobernadora cumplió con creces las expectativas. Con 91736 votos, la categoría Senador Nacional en la que Lucia Corpacci era precandidata fue quien más votos sumó para el FDT.

De hecho, mirando el escenario del país, Catamarca, junto a Tucumán, son las únicas dos provincias que marcaron ventaja para el oficialismo nacional en la disputa por el control de la Cámara Alta del Congreso. Y en el terruño propio, lideró marcadamente el categórico triunfo de su sector. Y aun así, los resultados, en apariencia inapelables y tranquilizadores, generan una incertidumbre puertas adentro.

De quién son los votos. Una pregunta que hoy puede parecer intrascendente. Tras la victoria y con listas de unidad, definir quién traccionó la victoria del oficialismo quizás parezca un análisis innecesario. Pero en los plazos de la política, donde la construcción del poder demanda años, despejar esa incógnita es fundamental para 2023, cuando el verdadero poder se ponga en juego.

Al filo de la medianoche del domingo, el gobernador Raul Jalil celebró con manifiesto entusiasmo los resultados de las PASO, haciendo un llamamiento a mejorar la performance electoral en noviembre. Pero, internamente se preguntará qué porcentaje de los votos conseguidos el domingo con las listas armadas casi íntegramente por el corpaccismo le corresponden a él, para ponerlos sobre la mesa a la hora de negociar espacios. Y si eventualmente el consenso no fuera suficiente y hubiese que ir a internas, con cuántos de esos votos podría contar en dos años. 

Porque cuando los acuerdos cierran y todos los espacios quedan conformes, las sonrisas abundan. Pero si las apetencias no se sacian, aparecen los dientes. Un claro ejemplo de esto, hablando de tarascones entre compañeros, es la interna del DFT en la Capital. Discreta pero feroz, la disputa por las candidaturas en la lista de concejales abrió una verdadera batalla donde se desplegaron las más dañinas y menos sospechadas armas. Algunas apuntando a la cita concreta de las primarias, otras especulando más a largo plazo.

Y es que en el oficialismo ya hacen cuentas pensando en el futuro. Que no es en noviembre, sino en 2023. Cuando se pongan el juego la gobernación, la intendencia de la Capital, más la mitad de las bancas en el Congreso y la Legislatura provincial. Que pueden parecer muchos espacios, pero nunca son suficientes. Sobre todo aquellos en los que está el verdadero poder y por los que se puede desatar una verdadera sangría.

El FDT ganó caminando y tiene la victoria de las Legislativas en el bolsillo. Pero en el triunfo de la unidad surgen las dudas de cuantas boletas son de cada uno si hubiese que hacer división de bienes. Y las grietas, siempre sensibles a los tirones, laten debajo de la tensa armonía del éxito. Hubo victoria. Pero también hay dudas y fisuras.

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