Nadie lo dice todavía, pero todo indica que las famosas PASO serán pronto un recuerdo, y no volverán a utilizarse como sistema en el país.
Apenas cinco experiencias, varias de ellas “fallidas” por la bajísima participación, porque se llegaba a las urnas con todas las candidaturas ya “cocinadas” y por los costos multimillonarios para el Estado, hacen presumir que en 2021 no se repetirá esa modalidad.
Las PASO nacieron como una imitación del sistema democrático norteamericano, donde las elecciones generales son precedidas por una serie de elecciones primarias estado por estado, donde se definen los candidatos que lucharán por los cargos.
Aquí se pensó en algo parecido, pero llamando a votar a todo el país al mismo día, con la intención de terminar con la dedocracia en los partidos y que todos puedan competir.
Había cosas que no cerraban, como que uno podía votar en la interna de una fuerza ajena, o que si no era de ningún partido tenía que votar igual, lo que deformó esta elección en una suerte de encuesta rara, y además carísima.
Se hicieron en 2011, 2013, 2015, 2017 y 2019, pero parece que ya no se van a hacer más. El motivo es que no funcionaron.
Porque salvo algunas pocas excepciones, los candidatos no se definían en esa elección, sino que ya estaban resueltos, y la gente terminaba votando para nada, para volver a votar dos meses después.
Las elecciones primarias, también llamadas primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) fueron creadas en el 2011 por la Ley N.º 26571.
Ahí se expresaba cuáles partidos estaban habilitados a presentarse a las elecciones nacionales, que según la ley son aquellos que obtengan al menos el 1,5 % de los votos válidamente emitidos en el distrito de que se trate para la respectiva categoría. También quedaba definida la lista que representará a cada partido político, de ahí lo de interna abierta.
Era una elección de candidatos, un experimento que no aportó demasiado y generó un interés casi limitado a los propios políticos.
La Ley de las PASO, bautizada pomposamente como “Ley de democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral” fue sancionada el 2 de diciembre de 2009, y a menos de una década de la primera experiencia ya es una especie en extinción.
En Catamarca, al peronismo le sirvió bastante, porque llegó a meter más de diez precandidatos a concejales por circuito, por ejemplo, y eso movilizó todo el aparato partidario, dándole ventajas que desanimaban a la oposición, aunque los números se achicaban en las generales.
Que sigan es poco probable. No cumplieron su función, cuestan mucho y las complicaciones derivadas de la pandemia harán el resto para debilitar el relanzamiento del circo político-partidario. El propio Raúl Jalil se manifestó aquí a favor de eliminarlas.
¿Cómo incidirá este cambio en la definición de las candidaturas? Más rosca, más pechadera… pero de eso hablaremos más adelante.
