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Muerte cerebral y festejo

Finalmente declaró Lucía Corpacci en el juicio por tortura seguida de muerte que tuvo como víctima al joven Diego Pachao. Con la comodidad de presentar un escrito por el cargo que ostenta, la actual senadora nacional se refirió al trágico hecho aclarando que no recordaba bien la fecha.

Algo bastante extraño porque cuando se declaraba la muerte cerebral de Pachao, que falleció horas después, no era un día más. Era el 13 de marzo de 2012, y ella había ganado las elecciones el 13 de marzo de 2011. Una fecha difícil de olvidar.

Más aún, cuando la noticia de la tragedia de Pachao se hizo pública, la entonces gobernadora estaba de fiesta en el Polideportivo Capital, una fiesta que no correspondía a ninguna fecha patria ni a una actividad oficial: era una fiesta de propaganda política por el primer aniversario del triunfo en las urnas.

El gobierno sabía lo que había pasado con Diego, pero no pareció tan importante como para suspender los festejos proselitistas.

Todo lo que se hizo, como para disimular, fue una mención al pasar.

“La verdad esto que debía ser una fiesta, no la del año de gobierno, porque este gobierno lleva tres meses, sino una fiesta donde todos los catamarqueños nos pusimos de pie para decir que queremos cambiar esta provincia, esta fiesta fue empañada por un acto trágico”, gritó micrófono en mano, y el festejo siguió como si nada.

Lo que “empañaba” era que la policía, según la acusación que se sigue en el juicio, torturó a un chico de 20 años hasta causarle la muerte. Por entonces hubo esfuerzos para tapar lo ocurrido, y se hizo circular la versión de que se había peleado en la calle y llegó así.

La estrategia funcionó: recién una década después el caso llegó a juicio, ya con Corpacci cómodamente instalada en el Congreso de la Nación.

El gobierno siguió adelante sin despeinarse por Diego Pachao. Sólo quedó su padre pidiendo justicia, solo en la plaza, hasta que murió también.

Corpacci dijo que ofreció ayuda. Claudia Véliz, la mamá de Diego, se la pidió para que se hiciera Justicia: entonces, según Claudia, la gobernadora le respondió que “son poderes independientes, así que lo único que podían hacer era darle el teléfono para que se comunique con Madres del Dolor”. Tremenda ayuda. Su gobierno gobierno provincial abrió un “sumario administrativo” contra los policías y los trasladó a otras seccionales. Eso fue todo.

Todos siguieron con su vida sin inconvenientes. Menos la madre de Diego y el propio Diego, que se fue de este mundo sin haber cometido jamás un delito. Porque la realidad es que no había hecho nada.

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