Cuando el discurso es pura hipocresía y cinismo

La eterna candidata y ahora senadora nacional Lucía Corpacci, como anticipamos en esta misma columna, puso en su lista de asesores pagos con categoría A1 a su amiga de la juventud Inés Blas.

Un despropósito total, porque no hay ninguna necesidad de “contener” a alguien que pasó una década en el Congreso de la Nación, y embolsó fortunas con las que un trabajador no puede ni soñar, además de asegurarse una jubilación más que jugosa: en otras palabras, tiene resuelta la vida.

El caradurismo y la falta de vergüenza ilimitados de los políticos son bien conocidos, pero en las últimas horas trascendió cuánto cobra la “asesora” y amiga de Corpacci. Y las cifras son obscenas, grotescas, insultantes para todos los catamarqueños.

Inés Blas cobra mes a mes un sueldo de regalo superior a los 600.000 pesos, que una vez hechos todos los descuentos queda por encima del medio millón. Sí, más de medio millón de pesos por mes, y ni siquiera tiene que cumplir horario. Embolsará más de 750.000 pesos con el aguinaldo. Sí, siete millones al año por su amistad con Corpacci, que la quiere mucho pero no le paga de su bolsillo, sino con plata del Estado.

Siete millones al año de sueldo regalados por la señora que se emociona pidiendo el fin de los privilegios para la política: la hipocresía total. El cinismo llevado al climax, de los abanderados de la justicia social que se hacen millonarios chupándole la sangre al pueblo.

La insensibilidad de la casta política, ambiciosa y angurrienta, que se llena los bolsillos con dinero público cuando en el pueblo que dicen representar hay comedores barriales que juntan monedas para darle un plato de fideos a los niños.

Gasto inútil del Estado, con nuestro dinero, para engordar las cuentas bancarias de la señora Blas, una figura intrascendente en la política lugareña, improductiva como legisladora, inocua a la hora de sumar votos.

Blas tiene una sola cualidad/virtud/capacidad/don para participar en política: es la gran amiga personal de Lucía Corpacci, a quien conoce desde la juventud. Con eso, le alcanzó y le sobró para aparecer en listas de candidatos y desplazar, a dedo y sin esfuerzo alguno, a militantes y dirigentes que luchan desde el llano.

Ahí donde otros hacían méritos y pateaban las calles, ella aparecía por la eterna bendición de la jefa, que la imponía en honor a la amistad.

Su suerte empezó a cambiar allá por 2009, cuando se la metió como “candidata a senadora nacional suplente”, acompañando a Corpacci, que era vicegobernadora pero iba a inaugurar su larguísima lista de renuncias y mandatos inconclusos.

Corpacci se quedó con la banca de la minoría, algo que más tarde sería para Inés Blas como sacarse la Lotería, el Quini, el Brinco y el Gordo de Navidad.

Porque en 2011, Corpacci, ya fallecido Néstor y con el aval de Cristina, apareció como candidata a gobernadora y ganó.

De regreso a la provincia, dejó vacía su banca en la cámara Alta del Congreso de la Nación, donde le quedaban ¡cuatro años de mandato! Un regalo del cielo, con dieta y pasajes incluidos. Y para allá se fue corriendo Inés Blas, aquella suplente que nadie había tenido en cuenta dos años antes.

Blas completó el mandato sin pena ni gloria, y si bien cobró puntualmente sus sueldos, para Catamarca no dejó nada. Pero nada.

Cumplidos los cuatro años, en 2015 y con Corpacci ya afianzada como gobernadora, hizo su pase mágico de “amigas por siempre” y logró que la candidatearan para la reelección. No encabezó la lista porque no aportaba ni medio voto, pero empujada por el triunfo de Corpacci retuvo su banca, y se aseguró seis añitos más.

Tenemos así a una señora que, sin votos, sin discurso y sin trabajo, pasó una década de su vida en el Congreso de la Nación, gracias a ser la “amiga de…”.

Y bueno, un día se cumplió su segundo mandato y ya está. Diez años de lujo parecían más que suficientes. Pero no. Sigue cobrando un sueldo del Estado.

Gracias a su amiga, embolsa medio millón de pesos por mes. Se ríen en nuestra cara. Nos mienten en nuestra cara. No les importa nada.

 

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