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Acusan al Gobierno de encubrir a un intendente abusador

“Franco le pegó a la hija por dibujar ojos en un honguito de cartulina y ella le pidió perdón, le dio culpa haber dibujado y se creyó merecedora de la paliza que le tatuó la espalda. El golpe no la dejó dormir de ese lado, le pidió a la mamá no bañarse porque le dolía demasiado y ella le levantó la remera para ver. El golpe era fuerte, a la altura de los riñones, y no era la primera vez que le pegaba, la había levantado literalmente del pelo y moreteado las piernas por golpes previos. Franco es intendente de Icaño, Catamarca, la provincia donde hace 31 años el poder político escondió la violencia, la violación y la muerte para intentar que la muerte de María Soledad Morales sea impune. Franco Carletta es intendente del Frente de Todos y está denunciado. Los peritajes demostraron los golpes salvajes sobre su hija que entonces tenía siete años. Las dos hermanas huyeron junto a su mamá a Córdoba para escapar de un anunciado femicidio: “limpié la pistola, la tengo lista para vos”, había avisado Franco a su ex pareja Silvina Ulik.  Franco no se presta al peritaje psicológico porque sabe su destino, ama el juego, los casinos, los viajes y los ansiolíticos, la velocidad y la violencia. Una de las tantas agresiones obligó a Silvina a ir a la Oficina de la mujer de la localidad para pedir ayuda. Ellos mismos le avisaron a Franco que lo estaba denunciando, esa es la democracia en Catamarca. El gobernador peronista Raúl Jallil tomó cartas en el asunto cuando supo del escándalo en puerta: le pidió a su abogado que llamara al abogado de Ulik ofreciendo una casa y trabajo en Córdoba para que desestime la denuncia de violencia de género y abuso sexual. Es decir, toda la provincia, incluido el gobernador, los jueces, los fiscales y los medios de comunicación, saben de esta tragedia, pero prefieren el silencio. Franco se había acostumbrado a aparecer armado a las dos, tres, cuatro de la mañana habiendo tomado ansiolíticos. Balbuceando, medio dormido, le mostraba el arma a Silvina, la amenazaba, le avisaba que la iba a matar, se subía a su camioneta importada y se iba. Así muchas noches. También era normal el espionaje, el chantaje, la extorsión a familiares, todo vale en Catamarca cuando el poder político lo cobija a uno. Audios, imágenes y documentos respaldan la investigación. Todo está probado y es público, pero al gobernador no le interesa. Incluso todos conocen la historia del policía que se encontró siento apuntado en la cabeza por Franco Carletta con su propia arma reglamentaria dentro de una camioneta por una discusión, todo normal en Catamarca. El gobernador lo sabe y, más aún, lo sabe el padre de Franco, también dirigente peronista de la provincia, actualmente senador y protector político del violento y abusador Franco. Franco colecciona armas, tiene una Glock, una 9mm recortada, un fusil y otras más. “Arreglé el peritaje psicológico, acá todo se arregla”, le dijo el propio Franco a su entonces mujer Silvina cuando logró obtener el pase a la compra de armas de fuego siendo un evidente violento que no puede poseer armas”.

Estos duros párrafos son apenas el comienzo de un informe del periodista Pedro Paulín, publicado por Mendoza Online, que incluye fotos y audios de la víctima, y tira por el piso toda la publicidad oficial que se realiza sobre la violencia de género y los programas para erradicarla. Mientras tanto, Carletta tiene otras preocupaciones: ubicar como jueza a su pareja, movida que fue impulsada con el respaldo político del propio intendente y de su padre senador.

Gravísimo y sin respuestas en la Justicia.

 

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