Con la realidad alterada

Mientras en la Provincia el clamor generalizado es de profunda preocupación por el altísimo costo de vida y los paupérrimos salarios, el Gobernador está encaprichado con que las y los catamarqueños se pongan a procrear. Monotemático y reiterativo, hace tiempo sus alusiones a la caída de la natalidad emergen en cuanto discurso, declaración pública o intervención le ofrece la oportunidad, casi como un versito del que, hasta sus funcionarios se ríen por lo bajo. Pero ahora fue más lejos y, totalmente desacoplado de la realidad que lo circunda, pretende “incentivar” económicamente el repunte de la prole.

 

Es verdad que el balance positivo entre nacimiento y muertes en Catamarca es cada vez más estrecho, marcando una caída en el crecimiento natural de la población desde inicios del milenio. Y que esta tendencia se acentuó en los últimos 5 años. No se trata de discutir la estadística. Sino de señalar la falta de conexión de los gobernantes con la realidad social que hoy, en gran medida, explica este fenómeno que los políticos parecen no ver.

 

Según datos del INDEC, criar un hijo en Argentina, pesos más pesos menos, cuesta unas 400 lucas por mes. Eso en el caso de una bendi de hasta un año de edad. Monto que va aumentando hasta el medio millón para los de 6 a 12 años. Lo que representa, también según datos del organismo estadístico, entre un 35 y un 45% de los ingresos de un asalariado promedio en el país. Eso, para un hijo.

 

En Catamarca, más de 60% de los trabajadores en blanco son empleados públicos, con salarios que no superan el millón de pesos. Ni que hablar de los municipales en las comunas del interior que cobran sueldos de miseria. En el sector privado abunda la informalidad, los bajos salarios y cada vez menos estabilidad. El resultado de la aritmética es bastante elocuente. Tener hijos hoy en Catamarca empuja hacia la pobreza. Pero el Gobernador quiere impulsar su propia cruzada por el repunte de la reproducción.

 

Disociado de la realidad, el mandatario no logra percibir la barrera que lo aleja su aspiración, aunque todas las semanas miles de catamarqueños y catamarqueñas, activos, desocupados y jubilados, se movilizan angustiados por la realidad económica. No alcanza para los que somos, y Jalil quiere que seamos todavía más.

 

En ese escenario, sumado a la caída de los mandatos, el surgimiento de nuevas metas y oportunidades, y las bajísimas expectativas hacia el futuro, las nuevas generaciones, hijos de la clase trabajadora que se mato laburando para apenas subsistir, no quieren tener hijos y repetir la historia. Menos en una provincia donde el discurso es de recortes y privaciones. Aunque les prometan incentivos económicos. La AUH, esa que decían que iba a hacer que las mujeres se embaracen para sacarle guita al Estado, no lo logró. Porque sería diferente con el incentivo a la natalidad de Jalil.

El catucho