“Madre, que el camino de conversión al que nos
convoca el Jubileo nos cause una gran esperanza”
En la mañana de este domingo 8 de diciembre, el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč presidió la Misa Solemne en honor de la Pura y Limpia Concepción, que fue concelebrada por numerosos sacerdotes del clero catamarqueño y otros peregrinos.
Participaron de manera especial los militares del Ejército Argentino IV Brigada Aerotransportada de la provincia de Córdoba, quienes llegaron en peregrinación a través de la modalidad trote en postas, recorriendo 440 kilómetros hasta el Santuario de Catamarca.
También en el templo se encuentra desde ayer la imagen de San Nicolás de Bari, de la hermana diócesis de La Rioja, quien llegó con los hermanos riojanos a honrar a la Patrona de Catamarca y Patrona del Noroeste Argentino.
En inicio de la Eucaristía, el Obispo compartió la alegría de la Iglesia en el NOA y en Argentina por la incorporación al Colegio Catedralicio del arzobispo de Santiago del Estero, Mons. Vicente Bokalic, También anunció que el 16 de diciembre a las 20.00, pondrá en funciones como nuevo párroco de San Jorge al padre Héctor Moreno.
“A lo largo de toda la novena fuimos ahondando en el Lema del Jubileo 2025: ‘Peregrinos de la Esperanza’, sin embargo, hoy queremos volver sobre nuestra ancestral invocación: ‘Madre del Valle, Esperanza nuestra’. Y, es así, puesto que nadie puede tener de verdad a Dios por Padre, si no tiene a María por Madre. Esto lo quiso Dios en su providencia. Y debemos estar agradecidos que lo haya dispuesto de este modo, porque es lo más pedagógico para acompañar la psicología y espiritualidad de la naturaleza humana”, manifestó el Obispo en el inicio de su predicación.
Hizo un poco de historia, indicando que “en el año 1854, el Papa Pío IX, con la bula Ineffabilis, proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción: ‘…Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles’ (DS, 2.803). Se trata de la redención anticipada de María como singular gracia y puro privilegio”.
Luego profundizó en los textos bíblicos y dedicó un espacio para catequizar acerca de cómo debemos rezar el Ave María, a la vez que hizo la distinción entre la adoración, que le debemos sólo a Dios, y la veneración, que dirigimos a la Virgen María y a los santos.
Hacia el final de su reflexión rogó: “Querida Madre del Valle, que, con tu ayuda y ejemplo, durante este tiempo de Adviento pregustemos los frutos de la Salvación que tienen su comienzo en tu Sí incondicional a Dios con el que se produjo la Encarnación del Hijo Eterno de Dios, tu querido Jesús, que hizo morada en tus purísimas entrañas, ya que eres ‘toda Santa’, ‘toda Hermosa'”.
“Que comprendamos que en Ti Dios realizó anticipadamente lo que quiere realizar en todos los seres humanos; por eso, Tú eres tipo, figura y modelo de la humanidad redimida, que se realiza, plena y anticipadamente, en toda la Iglesia”, continuó.
También pidió “que nuestros corazones se asemejen al tuyo por medio de una nueva orientación de nuestra voluntad, que parta de una clara percepción del Misterio del Emmanuel, el Dios con nosotros, que tuvo lugar en tu purísimo vientre hace 2025 años y que lo celebraremos como Año Jubilar a partir del 29 de diciembre, hasta el 28 de diciembre del próximo año”.
“Madre amada, que el camino de conversión al que nos convoca el Jubileo no nos cause tristeza, creyendo que convertirse es aburrido y que nos frustra, sino una gran esperanza, sabiendo que no debemos poner la atención en el pesimismo ni en los fantasmas interiores que nos llevan al desaliento y a decirnos que ‘no puedo’, ‘todo está mal’, ‘ser santo no es para mí’. Que nos percatemos que todo cambia, si le dejamos el primer lugar a Dios, como Tú; que le dejemos la puerta abierta para que entre y obre sus maravillas como en Ti y en tantos santos y santas a lo largo de miles de años”, expresó.
Asimismo, rogó “por tantos peregrinos que vinieron a honrarte con sus vidas cargadas de pesares, fracasos, incertidumbres, carencias y para dar gracias; que regresen a sus hogares llenos de paz, consuelo y gozo de haber estado contigo y renovados en su fe, esperanza y amor, para compartirlo con familiares y vecinos que no pudieron llegar este año, pero que te aman como su tierna madre”.
Al finalizar la celebración eucarística, los militares de Córdoba le entregaron al Obispo las intenciones de todos los Paracaidistas Militares de Argentina, para que las pusiera a los pies de su Santísima Patrona, luego del peregrinaje a Catamarca.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos Devotos y Peregrinos:
A lo largo de toda la novena fuimos ahondando en el Lema del Jubileo 2025: ‘Peregrinos de la Esperanza’, sin embargo, hoy queremos volver sobre nuestra ancestral invocación: “Madre del Valle, Esperanza nuestra”. Y, es así, puesto que nadie puede tener de verdad a Dios por Padre, si no tiene a María por Madre. Esto lo quiso Dios en su providencia. Y debemos estar agradecidos que lo haya dispuesto de este modo, porque es lo más pedagógico para acompañar la psicología y espiritualidad de la naturaleza humana.
Antes que nada, un poco de historia. En el año 1854, el Papa, Pío IX, con la bula Ineffabilis, proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción: “…Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles” (DS, 2.803). Se trata de la redención anticipada de María como singular gracia y puro privilegio.
En orden a esto es de capital importancia la primera lectura que escuchamos de (Gn 3,9-15.20), que suelen llamar ‘protoevangelio’ y del Evangelio (Lc 1,26-38). Los versículos, a destacar, son: Gn 3,15: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Y Lc 1,28: “El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Cuando leemos el texto hebreo y la traducción griega de Gn 3,15, el que aplastará a la serpiente es la descendencia o el descendiente, sin embargo, la traducción al latín dice que es la mujer la que la aplastará. Por eso, la iconografía cristiana difundió la imagen de la Virgen aplastando la serpiente, seguramente orientado por una lectura similar que hace el libro del Apocalipsis 12,1-9. Aclarado esto, hay que decir que ambas traducciones no se contraponen, ya que la intención del simbolismo es representar una lucha continua del hombre contra la tentación con la victoria del primero (cf. Gn 4,7). Para la justificación del dogma de la Inmaculada el término clave es “enemistad”. El texto hebreo sugiere una pugna perenne entre la mujer, que representa a la humanidad, y la serpiente, que representa al demonio. El Magisterio de la Iglesia, por su parte, ha visto en este pasaje el anuncio de una total y permanente separación entre la mujer/María y la serpiente/el mal.
En síntesis, en este texto bíblico se proclama la enemistad entre la mujer y su descendencia/ descendiente, por una parte, y la serpiente y sus secuaces, por otra. Se trata de una hostilidad expresamente establecida por Dios, que cobra un relieve singular si consideramos la cuestión de la santidad personal de la Virgen. Para ser la enemiga irreconciliable de la serpiente y sus secuaces, María debía estar exenta de todo dominio del pecado. Y esto desde el primer momento de su existencia. Por tanto, la absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio exige que María fuera concebida sin pecado en orden a ser la Madre su Hijo, que no tiene pecado, y que obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado.
Por su parte, el texto de Lc 1,28, el más importante para la fundamentación del dogma de la Inmaculada Concepción, tiene su eje en el vocablo griego ‘kejaritomene’, participio perfecto pasivo del verbo causativo ‘jaritoo’, que significa agraciar a alguien, conceder una gracia; y por ser forma pasiva, indica que es causada por otro, es decir, la gracia es otorgada, en este caso por Dios a María y la transforma. Y por ser tiempo perfecto, su efecto dura en el presente. Es decir, que la acción fue antes de la anunciación y encarnación del del Hijo de Dios, y su condición de Inmaculada es actual y permanente.
Algunos exegetas piensan que “llena de Gracia” sería el nombre nuevo de María que nos revela su vocación, su ser y su misión a los ojos de Dios. En síntesis, el apelativo “llena de gracia” al atraer nuestra atención hacia la santidad especial de María y hacia el hecho de que fue completamente liberada del influjo de Satanás, nos hacen intuir, en el privilegio único concedido a María por el Señor, el inicio de un nuevo orden, que es fruto de la amistad con Dios y que implica la victoria de Dios sobre el pecado, del bien sobre el mal.
Por último, una importante acotación respecto a como debemos rezar el Ave María. Es frecuente oír que cuando se lo reza, muchos, pensando de buena manera y creyendo que reivindican a la Virgen María, dicen ‘llena de gracias’, con lo cual la rebajan a ser una mujer muy favorecida o la más favorecida, quitándole la prerrogativa exclusiva y necesaria en orden a la Encarnación del Hijo de Dios, que es la de ser ‘La Pura y Limpia Concepción’, ‘La Inmaculada’, ‘La Sin Pecado’. Por tanto, queridos papás y mamás, catequistas, sacerdotes, religiosos/as, recen correctamente el Ave María para que profesemos explícitamente el dogma de la Inmaculada Concepción, que mucho bien nos hará en orden a valorar el plan salvífico de Dios y ser agradecidos con Él por medio de una conducta más coherente con la fe recibida y que debemos transmitir íntegra y claramente para evitar equívocos y graves distorsiones no sólo en lo que se cree, sino en el obrar.
Aprovecho la ocasión también para clarificar otro concepto muy mal usado y que genera muchas rispideces con los cristianos no católicos. Se trata de ‘Adorar’, que lo usan, lamentablemente como sinónimo de amar o querer.
En el Antiguo Testamento, Dios hasta el cansancio, y también Jesucristo en el Nuevo Testamento, dejan bien en claro que sólo a Dios se adora, y a nadie y a nada más. El concepto es, exclusivo y excluyente, para la relación de la creatura con el creador. ¡Cuántas veces se repite en la Biblia: “Sólo a Dios adorarás”! (Dt 6,13)
Isaías 43,7: “Yo los he creado para que me adoren y me canten alabanzas”.
Éxodo 23,25: “Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda enfermedad”.
Juan 4,24: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
Mateo 4,10: “Retírate Satanás, porque está escrito: adorarás al Señor, tu Dios, y sólo a Él darás culto”.
En concreto, para dirigirnos, con nuestro amor y cariño, a la Virgen, a los santos o a los seres queridos, usamos la palabra venerar u honrar. Por favor, no dejen de hacer la distinción y habitúense a ser correctos en el uso de la lengua. Esto nos ahorrará muchos malentendidos y discusiones inútiles. No basta hablar por hablar; hay que hacerlo correctamente y viviremos en paz y en comunión.
Querida Madre del Valle, que, con tu ayuda y ejemplo, durante este tiempo de Adviento pregustemos los frutos de la Salvación que tienen su comienzo en tu Sí incondicional a Dios con el que se produjo la Encarnación del Hijo Eterno de Dios, tu querido Jesús, que hizo morada en tus purísimas entrañas, ya que eres «toda Santa», «toda Hermosa».
Que comprendamos que en Ti Dios realizó anticipadamente lo que quiere realizar en todos los seres humanos; por eso, Tú eres tipo, figura y modelo de la humanidad redimida, que se realiza, plena y anticipadamente, en toda la Iglesia.
Te pedimos, Madre, que nuestros corazones se asemejen al tuyo por medio de una nueva orientación de nuestra voluntad, que parta de una clara percepción del Misterio del Emmanuel, el Dios con nosotros, que tuvo lugar en tu purísimo vientre hace 2025 años y que lo celebraremos como Año Jubilar a partir del 29 de diciembre, hasta el 28 de diciembre del próximo año.
Madre amada, que el camino de conversión al que nos convoca el Jubileo no nos cause tristeza, creyendo que convertirse es aburrido y que nos frustra, sino una gran esperanza, sabiendo que no debemos poner la atención en el pesimismo ni en los fantasmas interiores que nos llevan al desaliento y a decirnos que ‘no puedo’, ‘todo está mal’, ‘ser santo no es para mí’. Que nos percatemos que todo cambia, si le dejamos el primer lugar a Dios, como Tú; que le dejemos la puerta abierta para que entre y obre sus maravillas como en Ti y en tantos santos y santas a lo largo de miles de años.
Por último, te ruego por tantos peregrinos que vinieron a honrarte con sus vidas cargadas de pesares, fracasos, incertidumbres, carencias y para dar gracias; que regresen a sus hogares llenos de paz, consuelo y gozo de haber estado contigo y renovados en su fe, esperanza y amor, para compartirlo con familiares y vecinos que no pudieron llegar este año, pero que te aman como su tierna madre. Amén.
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