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Atrapados sin salida

Cuando uno escucha al gobernador Raúl Jalil hablar con tanto entusiasmo del Paso de San Francisco y el Corredor Bioceánico, se siente arriba de una calesita, que da vueltas y vueltas pero está siempre en el mismo lugar.

Y si se piensa un poco, es una constante de la clase política catamarqueña, que mantiene a la población atrapada sin salida, hablando siempre de las mismas cosas sin que cambie absolutamente nada.

Es muy lindo todo lo que dijo Jalil, nadie lo niega. Pero lo mismo dijo Lucía Corpacci, y lo mismo decía Eduardo Brizuela del Moral, y lo mismo decía Oscar Castillo, y lo mismo decía Arnoldo Castillo. Y aquí estamos, igual que siempre.

El Corredor Bioceánico que tiene un nombre tan lindo, es la ilusión de que todo el mercado asiático use Catamarca para comerciar con este lado del mundo, que nos contagiamos de las riquezas y el turismo de Chile y de la apertura al mundo, por la magia de conectar el Atlántico y el Pacífico… por eso se llama bioceáncio.

Pero la mala noticia es que los océanos y los países y mercados que están de uno y otro lado ya comercian hace siglos, y no tienen idea de Catamarca.

Pasan por el sur, pasan por el puerto de Buenos Aires, pasan por Santiago de Chile, pasan por Mendoza. No ven en la Puna el encanto que vemos nosotros para instalar hoteles, casinos, fábricas ni nada. Queda lejos de todo, y los únicos interesados en que se desarrolle somos nosotros.

Habría que estudiar a qué se debe esa manía de inventar potenciales que nadie ve: hace más de 30 años que nos venden que esa es la llave al éxito y la felicidad. Y lo cierto es que en 30 años no pasó nada. Todas las noticias que se encuentran son de funcionarios de turno diciendo que en el futuro ocurrirá algo fantástico.

Y lo mismo pasa con la minería, y con el turismo, y con la revolución industrial, y con el despegue agrícola (¿alguien se acuerda del Plan Toro?), y ahora con el litio.

La realidad es que acá el motor es el Estado y el empleo público… ¡si los propios funcionarios de los cargos más altos se desesperan por meter a sus parientes a cobrar del Estado! ¿Cómo no lo va a hacer la gente común?

Catamarca produce empleo público, y en el último siglo nadie logró hacer otra cosa. Todo lo demás es verso.

 

El día que un gobernador se vaya con menos empleados públicos que los que tenía al asumir, escucharemos con más atención.

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