Sin obediencia debida

Tres meses y monedas, nada, duró la gestión de Juan Carlos Ledesma como integrante del nutrido y cuestionado gabinete del gobernador Raúl Jalil.

El conocido periodista había asumido a fines de agosto como Secretario del Interior, un cargo importante porque depende del Ministerio de Gobierno, y como es un área eminentemente política más que de gestión, implica la responsabilidad de “trabajar” con intendentes, con los departamentos, aceitando cuestiones que no pasan por la gestión sino por mantener la armonía, ordenar, controlar a la tropa propia y la ajena en los territorios donde los intendentes son caudillos.

Ledesma asumió y se puso a las órdenes de Jorge “El Cabezón” Moreno, el más político de los ministros, con quien consideró “un honor” trabajar y hasta afirmó –al asumir- que estar al lado de Moreno haría todo más fácil.

Ledesma trabaja políticamente hace muchos años, y es un peronista rabioso, aunque su fervor y carácter le juegan en contra muchas veces, y en varias gestiones en las que se le dio un lugar terminó peleado con la mayoría.

Cuando asumió Raúl en 2019 no fue tenido en cuenta, pero el hombre pechó y se hizo campaña solo casi desde principios de este año, cuando comenzaban a definirse las candidaturas para las PASO.

Sobre todo usando sus propias redes sociales, se posicionó como un férreo defensor de la gestión Jalil, y dejó en claro que quería entrar a la cancha.

En el reparto de candidaturas no le dieron nada, pero siguió haciendo méritos y defendiendo a los que se postulaban, lo que finalmente le sirvió para que lo tuvieran en cuenta y le dieran un lugar en Gobierno.

Pero poco duró el romance. Apenas amaneció diciembre, el propio Jalil le pidió la renuncia a Ledesma, que termina así una gestión breve y, seguramente frustrante para él y su equipo.

El tema es que esta vez Ledesma parece tener razón. Se cuenta que el motivo del alejamiento es que discutió con el propio gobernador, enojado porque se había nombrado al abogado Miguel Sarli con un cargo en el Gobierno.

Y si se enojó por eso, tiene motivos: Miguel Sarli fue funcionario del Frente Cívico y Social, y no un director de cuarta: hasta estuvo al frente del Instituto Provincial de la Vivienda. Siempre jugó en la vereda de enfrente al peronismo, toda la vida.

Es más, en las batallas contra la Capital, representó siempre al SOEM, dando lucha a muerte a los intendentes peronistas. Pero ahora parece que va a ser asesor o algo así de los PRODUCAT.

Ledesma habría cuestionado a Raúl, y eso le costó el cargo.

El periodista denuncia que esta clase de nombramientos son parte del acuerdo Raúl Jalil-Oscar Castillo, y le pareció insoportable que se siga nombrando radicales antiperonistas cuando hay tantos compañeros postergados y olvidados a pesar de que hace más de una década que gobierna el peronismo.

Si las cosas son así como trascendieron, Ledesma no es ningún loquito, y le puso el pecho y la voz a miles de militantes hartos que piensan lo mismo.

Algunos hacen obediencia debida y se tragan cualquier sapo por conservar un cargo. Por lo visto Ledesma no. Le puede salir caro políticamente, pero se irá con la frente alta.

El Catucho.

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