Inoperancia sin consecuencias

El Gobierno provincial tuvo que asumir el pago de una deuda millonaria que la Municipalidad de Valle Viejo contrajo por el incumplimiento en el pago de un contrato de alquiler. Un gasto presupuestado pero, por algún motivo, eludido por la intendencia de Susana Zenteno. Una situación recurrente en las comunas, donde la irresponsabilidad administrativa, con enormes perjuicios para el erario, no tiene consecuencias para los administradores. Total, paga el Estado. Así de fácil.

 

“Exención de responsabilidad penal, civil, administrativa o disciplinaria, donde los responsables no enfrentan consecuencias por sus acciones”; definición de impunidad que calza como un guante en este tipo de situaciones, donde el costo de la inoperancia cae sobre las instituciones pero no le mueve un pelo a quienes las provocan. Siendo benévolos y dando por hecho que se trató de inutilidad culposa y no con intencionalidad corrupta.

 

Se entiende que la administración de los recursos públicos asumida por los funcionarios, los electos y los por estos designados, debería importar una enorme responsabilidad y un gran celo en su cumplimiento, además de demandar capacidades y competencias para ello. Es, ni más ni menos, que disponer del dinero de los ciudadanos. Sin embargo, la praxis política se ha desviado tanto del ideal, que el despilfarro de la incompetencia no tiene castigo.

 

En este caso particular, la deuda fue por el incumplimiento de un contrato de alquiler y creció hasta los 22 millones de pesos. Los recursos para afrontar el pago deberían estar, porque nominalmente el gasto estaba presupuestado. Pero el acuerdo de locación no se honró y se generó la deuda. Adivinen quién se hizo cargo…

 

Mediante el Decreto N° 1176 del Ministerio de Gobierno, Seguridad y Justicia fechado el 8 de julio de 2025, se autorizó una transferencia extraordinaria para que el municipio pueda saldar la deuda por el alquiler correspondiente al período desde abril de 2024 hasta junio de 2025. Así de sencillo. Sin tanta vuelta, sin responsabilidades, sin consecuencias.

 

“Gobierno”; “Municipalidad”; “Ministerio”… una narrativa donde solo aparecen entes abstractos, como si los organismos se gestionaran solo y no hubiese personas responsables de los desmanejos y la desidia. Durante 15 meses la deuda creció sin que ningún funcionario municipal resolviera nada. Pero cuando la situación explotó, entró en escena “el Gobierno” a resolverlo.  Eso sí, con la plata del contribuyente.

 

Porque, para gozar de los amenities de la función pública, están todos super dispuestos. Pero para responder por sus desmanejos, mejor pedirle socorro a la Provincia y que saque de su billetera. Total, un poquito usted, un poquito su vecino, otro poquito aquella señora, y entre todos tapan los huecos económicos que dejan con su inutilidad.

 

Cómo cambiarían las cosas si para ejercer cargos públicos hubiese una cláusula que obligara a los funcionarios a responder con su patrimonio por los desaciertos administrativos que generen costos al Estado. La mayoría de los aventureros de la función pública desaparecería, apabullados por la responsabilidad. Y los que quedaran se cuidarían como de orinarse por la noche en la cama. Pero, como hay vía libre para el desmanejo, da igual quién y cómo.

 

Es muy frecuente en nuestra política hablar de corrupción y reclamar castigo para quienes delinquen en el ejercicio de la función pública. Pero ya está naturalizado que los costos de la ineptitud o la abulia queden sin penas ni consecuencias. No solo no hay voluntad institucional de castigar, sino que la sociedad ya ni lo espera. La impunidad de los inoperantes está garantizada.

El catucho