Se cumplió un mes de la detención del gendarme catamarqueño Nahuel Gallo en Venezuela, y su situación es una incógnita. El régimen chavista que lidera Nicolás Maduro lo acusa de terrorista, de no tener ingresos suficientes como para estar yendo de un país a otro, de haber llegado a ese país como parte de un complot para matar a su vicepresidenta, y lo tienen detenido no se sabe dónde. No tiene ni abogado defensor, y no hay ninguna garantía sobre su seguridad.
El gobierno argentino dice que Gallo viajó para ver a su familia y que fue secuestrado por la gente de Maduro, que se violaron derechos humanos y no se respetaron los derechos del catamarqueño, con el agravante de que es un integrante de las fuerzas nacionales y eso representa una agresión a todo el país.
Argentina no tiene diálogo oficial con Venezuela, así que no puede negociar. Se pidió a Brasil que ayude pero los brasileños tampoco lograron nada. Ahora la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, llegó al extremo de pedir que los equipos de fútbol argentinos no vayan a jugar a Venezuela porque corren riesgo de ser secuestrados.
En ese contexto tan enmarañado, lo que brilla por la ausencia es el Partido Justicialista, que se mantiene ajeno a la disputa, y en particular los legisladores peronistas de Catamarca, que no movieron un dedo por Gallo.
Lucía Corpacci, que se ha manifestado en sus redes sociales hasta para saludar a Evo Morales, ni se inmutó por el comprovinciano apresado por Maduro.
Corpacci es senadora nacional y presidenta del PJ local. También vicepresidenta del PJ nacional. Pero no se enteró del problema o no le interesó.
Se conoce la histórica amistad, hermandad y coincidencia ideológica del kirchnerismo con Hugo Chávez, y la consecuente simpatía con Maduro, pero aquí está la vida de un catamarqueño en juego.
¿Puede Corpacci solucionar el problema? No, la excede. Pero al menos podría decir algo, pronunciarse, pedir su libertad, pedir un proceso justo, intentar. Hasta el gobernador Raúl Jalil lo hizo: tampoco él puede solucionar el tema, pero se movió, gestionó ayuda presidencial, gestionó la mediación del Papa Francisco.
Corpacci no parece dispuesta a dejar a un costado su fanatismo kirchnerista y también acá aplica la obediencia debida en todo lo que quiera Cristina. Entonces no hace nada por Gallo.
Un mes de silencio es mucho, porque la vida de un catamarqueño está en juego. Una actuación lamentable, que deja muy claras las prioridades de algunos dirigentes. La ceguera política no deja espacio para un gesto de humanidad.
El catucho