¿Quién conduce Desarrollo Social?

Todavía se vivía la conmoción por la muerte del ministro Juan Carlos Rojas, cuando ya se había nombrado a su sucesor, Gonzalo Mascheroni, quien fue a desembarcar en un área hermanada con las denuncias por corrupción y los escándalos.

Desde Víctor Brandán a Martha Torres de Mansilla, pasando por Eduardo Menecier y la dinastía de los Rivera (papá Marcelo y el hijo Maximiliano), siempre en torno a Desarrollo Social, Acción Social o el nombre que le vayan poniendo al ministerio, va de la mano del conflicto.

En parte porque están en un área sensible, pero que al mismo tiempo se usa para hacer política, usando a los más necesitados. Y también porque con la pantalla de la asistencia directa se mueven millones, casi siempre flojos de papeles a la hora de comprar, repartir, facturar y controlar.

Si es el ministerio que Raúl Jalil le cedió a Luis Barrionuevo, es porque hay un interés político claro (quizás económico también). Claramente no lo iba a contentar dándole el manejo de la Biblioteca Julio Herrera o el Museo Laureano Brizuela.

Mientras tanto los comedores siguen de rehenes de los favores de los políticos, las necesidades se multiplican, y en el medio casi nunca faltan pícaros para hacer sus negocios. Ejemplo sobran, desde las compras directas hasta el negocio del hambre, desde los funcionarios que desvían aportes y alimentos hasta los proveedores amigos. O los que hicieron sus campañas políticas con los recursos del ministerio.

Es una realidad que se puede comprobar repasando diarios de los últimos años, y por alguna razón todos los gobiernos hacen la vista gorda y ninguno investiga seriamente, ninguno aclara los manejos anteriores, ninguno se atreve a preguntar cómo se maneja la caja sagrada. Quizás porque más tarde o más temprano todos necesitan echarle mano. Y hay campaña dentro de poco.

La visión del catucho 

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