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¿Qué ministro se va a la Legislatura?

Es la hora es la hora, es la hora de cambiar. El gabinete provincial se prepara en silencio para los cambios que vienen, ya preanunciados puertas adentro pero sin confirmaciones de nombres.

Hay mucha charla de pasillo sobre los que se van y los que se quedan, y negociaciones para ver qué grandes premios o premios consuelos se entregarán a los salientes.

¿Qué entra en la negociación? Obviamente, un lugarcito en la lista de candidatos a diputados provinciales. Eso sería una salida con todos los honores y el pasaporte a la comodidad, luego de un añito y monedas en el Ejecutivo.

Algunos firman el pase ya y con los ojos cerrados. Y lo único que piden es salir por la puerta grande, como quien le hace un favor al partido y a la Patria.

Otros que vienen remando sin pena ni gloria, y no lograron ni que la gente los reconozca, ruegan por quedarse un poquito más.

Los que están en la mira para marchar hacia la puerta que dice EXIT son los de la vieja guardia, pero también se mezcla alguna figurita recién llegada que no estuvo a la altura de lo esperado.

Grandes presiones no hay, porque los ministros parecen poco y nada, casi ni en los partes de prensa los nombran, y son tantos que la gente no los registra.

Pero igual es lindo ser ministro, tener chofer, un despacho, una secretaria, un buen sueldo. Por eso son varios los que quieren quedarse y disfrutar un poco más de la chapa.

No es mucho más lo que quieren, porque en otras gestiones los ministros tenían chequeras gordas, pero ahora el manejo económico está concentrado en otra parte, y tienen poquito espacio para decidir y mucho para rendir cuentas. Si hasta piden permiso para compras tontas, para nombramientos. Nadie se puede pasar de la raya porque están todos bajo la lupa.

Pero no todo ministro saliente puede pasar a ser diputado de la noche a la mañana, porque se sabe que en la lista hay que repartir y dejar contentos a todos los sectores, o al menos a los más que se pueda.

Entonces a otros los espera el ostracismo, el olvido, un índice seguro, pero casi triste, como para seguir pagando las cuotas de la camioneta y nada más.

Anoten y agenden, porque los cambios en el gabinete están casi listos para salir del horno, y algunos van a hacer ruido. Los sucesores (futuros ministros) ya están merodeando y juntando información mientras se prueban los trajes de asunción.

¿Heridos, pataleos, quejas? No señor, no habrá nada de eso. Se sabe que a ese nivel todo se tiene que llevar en silencio y con decoro: quejarse es asumir la propia derrota, y todos se quieren mostrar saliendo ganadores, aunque les quede la marca de un zapato en la parte trasera del pantalón.

El Catucho.

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