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Octubre o marzo, ésa es la cuestión

Las elecciones 2023 ocupan la cabeza de los políticos 24 horas al día, y ya casi no hablan de otra cosa.

Hay ambiciones, ilusiones y también preocupaciones en el oficialismo, porque varios dejarán obligadamente sus cómodos sillones y no saben qué será de su vida, y porque no tienen claro con quién hay que acomodarse para seguir disfrutando de las mieles del poder.

Pero la cosa viene complicada porque ni los de más arriba saben cómo viene la mano. Parece que las encuestas que se vienen haciendo no dan buenos números, y no queda tanto tiempo como para levantar la puntería, en una sociedad que está atorada en deudas, malhumorada, con serios problemas económicos y un futuro que asoma desastroso.

Para colmo a nivel nacional el panorama viene igual o peor, con Alberto prometiendo una “guerra a la inflación” que supuestamente iba a comenzar hace unos días y hasta ahora no hubo novedades.

El primer dilema es cuándo se votará. Hasta hace unas semanas se daba por hecho que las elecciones se anticiparían a marzo, por algunos se apuraron incluso a “lanzar” sus candidaturas y empezaron a rosquear.

Pero la onda expansiva llegó a varias provincias. Claro, como Alberto viene a los tropezones y encima peleado con los kirchneristas, arrastrando la crisis, la gestión de la pandemia y la derrota en las legislativas, todos se quieren despegar, y cada vez más gobernadores “amigos” abrieron el paraguas y decidieron adelantarse para que no los arrastre el fracaso de Casa Rosada.

Pero allá en Buenos Aires no son tontos, y como la veían venir armaron una reunión y les advirtieron: acá vamos todos juntos en octubre, nadie se salva solo y nadie adelanta las elecciones, porque al que convoque antes le cerramos los grifos.

¿Y qué hacemos? ¿Nos arriesgamos a ir en octubre y caer junto con Alberto o nos rebelamos y nos bancamos la falta de obras y recursos? Es elegir entre Guatemala y Guatepeor. Porque si se repite el desastre electoral de 2021 ya se van a perder gobernaciones, pero gobernar sin la ayudita de Nación te la regalo.

En ese drama están hoy los oficialismos peronistas, y Catamarca no es la excepción.

Lo que muchos ministros dicen es que hay que asegurar el pago chico, y que Nación se ayude sola. Después de todo, acompañar para perder es un malísimo negocio.

 

Todavía no se tomó una decisión, ni está segura la reelección de Jalil, ni es seguro nada. Bienvenidos a la Argentina, donde nada puede salir mal. 

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