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Narcopolicías: ¿cuántos miraron para otro lado?

A fines del año pasado estalló el escándalo de los “narcopolicías”, y muchos se tomaron la cabeza a medida que la Justicia metía más y más la nariz entre los uniformados, cuestionando la transparencia de la institución desde la cúpula.

La sociedad miró desconcertada lo que pasaba, y nadie lograba entender cómo los responsables de combatir uno de los delitos más graves, eran señalados como supuestos cómplices de los vendedores de droga.

El coronavirus, Boca campeón, la horrible tragedia de la joven asesinada y otros temas del momento, fueron relegando el escándalo en los titulares, pero el tema sigue allí: sin respuestas.

Son muchos los que se preguntan si Carlos Kunz, ex jefe de la división Drogas Peligrosas y ex subjefe de Policía, es un chivo expiatorio o es responsable de los hechos por los que se lo investiga. Son pocos, muy pocos, los que saben la verdad.

Pero hay quienes tienen más información, aunque no puedan decirlo abiertamente, y entre ellos aparecen voces calificadas, por una razón sencilla: eran miembros de la fuerza, y conocen más de lo que sabe un ciudadano común.

¿Qué dicen estos informantes? Por lo pronto, dicen que el tema no es nuevo.

Hay comisarios de carrera que aseguran que hace ya seis o siete años, se brindaron informes detallados de supuestos vínculos de policías con los narcotraficantes. ¿Quiénes lo sabían? No nos consta, pero según estas fuentes lo sabían Marcos Denett, fugaz fiscal de Lucía Corpacci, luego directivo de la EC Sapem y por largo tiempo secretario de Seguridad, ahora reconvertido otra vez en fiscal de Estado. Lo sabía también, se asegura, Lucía Corpacci, ex gobernadora y hoy diputada nacional.

Según esta versión que está ganando la calle, estos funcionarios no pueden mostrar sorpresa, porque sabían que la sospecha de participación policial en los delitos existía, y hasta les habrían acercado información creíble y documentada.

Si fue así, significaría que todos hicieron la vista gorda. Y lo mismo empezó haciendo el “Facha” Martel, quien no desconoce grupos de barrabravas y otras yerbas por su vínculo con el fútbol, pero apenas se sentó en su sillón de ministro parece ayuno de toda memoria.

Parece que hay muchos que saben cómo viene la mano, y lo que surge como pregunta es si van a dejar al juez Miguel Contreras solo o lo van a respaldar. Claro, aquí hay un enorme costo político que nadie quiere asumir, y todo indica que está trabando -¡y de qué forma!- el avance de la causa.

La trama suma muchos elementos extraños que aumentan las suspicacias de que algo grande ocurre, como la constante aparición de un ex fiscal, aparatosamente destituido, que hoy es visto con aires de revancha en los tribunales, defendiendo a más de un implicado.

Todo sugiere que hace falta una cirugía mayor en la fuerza policial, con una estructura que huele a podrido por delitos, internas, envidias y cuentas pendientes.

Hasta ahora sólo rodó la “cabeza” del ex jefe Orlando Quevedo, pero eso fue casi una jugada para la popular, que está muy lejos de solucionar el problema de fondo.

Ahora Martel, ministro de Seguridad, pateó la pelota… pero para atrás, y le apuntó ya sin eufemismos a la gestión Corpacci, al decir que el pobre Raúl Jalil “heredó” el problema de la corrupción policial.

“Desde que iniciamos en el Ministerio hemos pedido la renuncia de todos los que formaron parte de la exsecretaría, algunos las hemos aceptado en poco tiempo y otros están en un momento de transición”, dijo el Facha, ensuciando elegantemente a la gestión anterior, con un detalle que sorprende: ¡Facha, ojo que la secretaría a la que apuntás la manejaba el actual fiscal de Estado!

Martel ya no sabe cómo manejar la situación, que no se le fue de las manos porque nunca la tuvo en las manos. La oposición lo llamó a dar explicaciones, sus amigos de la Legislatura lo salvaron, y después fue a la Legislatura sin la oposición, a hablar con sus amigos. Una payasada monumental.

El tema es grave, y el que saca pecho por ahora es Flavio Fama, quien le apuntó a intendencia denunciando justamente los vínculos de la droga y el Estado. Se le rieron, amenazaron con imputarlo, perdió las elecciones… pero hoy Fama es contundente al decir «el tiempo me dio la razón”. Y es verdad, se la dio.

El Catucho.

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