Se hizo nomás el acto oficial de homenaje a los guerrilleros, acto en el que se pudieron ver flameando banderas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y a sus nostálgicos seguidores criticando al gobierno de Javier Milei y reclamando “justicia”.
Sí, reclaman justicia. Ellos que les robaban armas a la policía, que practicaban secuestros extorsivos, que asaltaban bancos, que copaban comisarías, que asesinaban impunemente. Ellos piden justicia.
Estos delirantes que llevaron al país entero a un grado de violencia irracional porque en su imaginación buscaban encarar la guerra revolucionaria obrera y socialista, tomar el poder en la Argentina y lograr liberar a la provincia de Tucumán.
Los objetivos declarados por el Ejército Revolucionario del Pueblo ERP eran lograr inculcar el socialismo y establecer un Estado socialista en la Argentina, además de extender sus ideas al resto de América Latina. Nada de presentarse a elecciones y dejar que la gente elija si quería eso: lo iban a hacer a los tiros, porque así eran de picantes. Claro, porque ellos podían disparar y matar a quien quisieran. Pero si alguien les disparaba, ya ven… 50 años y siguen llorando.
El ERP arrancó con acciones de desarmes, robándoles armas a policías y militares, asaltaban comisarías, armerías, casas de venta de pelucas y cualquier negocio que tuviera algo que necesitaran.
Después avanzaron con secuestros extorsivos de empresarios para conseguir más dinero. Después asaltaron en un ataque comando el Banco Provincia de Belén de Escobar llevándose unos 213 mil dólares.
Después asaltaron una comisaría de Rosario y mataron al sargento Félix Ocampo y del cabo 1° Eugenio Leiva.
Después robaron una entidad financiera, el Banco Nacional de Desarrollo y se llevaron 450 millones de pesos de la época.
Ya dulces, empezaron a asesinar a mansalva, por ejemplo al comandante principal de la Gendarmería Nacional Pedro Agarotti, al que se le metieron en la casa y lo acribillaron. Por ejemplo al empresario italiano Oberdan Sallustro, al que tenían secuestrado.
De yapa cobraron un millón de dólares por el secuestro Aaron Beilenson. Se sentían los amos del universo, por la fuerza hacían lo que querían, y cada vez tenían más plata malhabida y más armas. Así, asaltaron el Batallón de Comunicaciones 141 del Ejército Argentino en Córdoba y robaron casi dos toneladas de armamento (74 fusiles FAL, 2 fusiles FAP, 112 pistolas, 2 ametralladoras MAG, 5 lanzagranadas, 74 pistolas ametralladoras, 600 proyectiles para fusil y demás municiones).
Armaron un cantito después de eso: “Cinco por uno/no va a quedar ninguno/tenemos los fusiles del ciento cuarenta y uno”.
Ya con poder, plata y armas, empezaron las internas y se dividieron en distintos grupos. Pero seguían atacando a mansalva.
Mataron al vicealmirante Hermes Quijada. Secuestraron a un estadounidense que era presidente de la empresa Firestone, John Thompson y cobraron tres millones de dólares por el rescate.
Asltaron el Comando de Sanidad del Ejército Argentino, ubicado en la Capital Federal. Tenían ya sus medios de comunicación y propaganda.
También los “jóvenes soñadores” hacían otras barbaridades como atacar una escuela primaria en la ciudad de Tucumán, para tener más publicidad.
Atacaron también la guarnición militar de Azul, en la provincia de Buenos Aires, para lo cual se metieron antes en una casa quinta.
Para actuar, muchas veces, estos amores de chicos se disfrazaban de soldados. Emn el camino mataban hombres, mujeres, al que se cruzara.
En Buenos Aires, Exxon pagó 14.5 millones por la liberación del gerente de su refinería argentina ESSO, Víctor E. Samuelson (de ciudadanía norteamericana) cautivo del PRT-ERP. También se metían en fábricas y robaban camiones con mercadería en las rutas.
La cuarta gran operación tenía por objeto ser una demostración de fuerza al atacar en simultáneo la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de la localidad de Villa María, donde fue capturado el coronel del Ejército, Argentino del Valle Larrabure y al Regimiento de Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca, en agosto de 1974.
En Catamarca la operación fue un rotundo fracaso, ya se sabe. Los guerrilleros llegaron desde Tucumán simulando un viaje estudiantil. Y al final los descubrieron, unos escaparon, a los otros los mataron.
Pero ojo, que no se quedaron con eso.
Hacían muchos operativos terroristas simulando ser militares. Asesinaban libremente, secuestraban, robaban.
Después de lo de Capilla del Rosario lanzaron una represalia que consistió en asesinar a nueve oficiales del Ejército Argentino.
En esos ataques no perdonaban ni a las familias de los militares. En el atentado al capitán Humberto Viola el 1 de diciembre de 1974, en la ciudad de Tucumán, el ERP también mató a su pequeña hija María Cristina, de 3 años de edad. Otra hija de Viola, María Fernanda, de 5 años, resultó herida de gravedad, perdió un ojo y el 60 por ciento de la cara con pérdida de material óseo.
Ellos son ahora los “jóvenes soñadores”. Ellos piden justicia. Ellos hablan de impunidad. Y el gobierno de Catamarca los saluda y homenajea. Mirá vos.
El catucho