Las balas no se festejan

Una insólita polémica se desató a partir del confuso caso de un policía que baleó a un presunto ladronzuelo en la vía pública, caso que reabre una vieja discusión que de fondo podría resumirse en los fanáticos de la mano dura y los garantistas, pero que encierra muchos otros problemas como el del gatillo fácil, el odio de clases, etc., etc.

El caso fue protagonizado por el policía Jonathan Ortega, que le disparó varias veces a Kevin Brandán.

Nada está claro alrededor de ese tema. Porque trascendió primero que el policía dijo que Brandán entró en su casa y lo amenazó con un arma blanca. Después que en la filmación se veía que Brandán no tenía ningún arma ni entró a la casa de Ortega. Después el policía dijo que dio la voz de alto, después que lo acuchilló, después que el cuchillo lo plantaron como excusa, y así va cambiando la historia cada día que pasa, y lo que se presume como más concreto es que el policía le disparó a un tipo que estaba llevándose un foco.

Todo muy raro, pero más raro es que aparecieron legisladores provinciales a defender a Ortega y reivindicarlo, celebrando que “cumplió con su deber”.

Eso es terrible, porque una cosa es que lo diga la señora que comenta el caso cuando hace cola en la verdulería, pero… ¡legisladores! Increíble.

Lo hicieron efusivamente, por ejemplo, el libertario Adrián Brizuela, que trabaja más en Facebook que Mark Zuckerberg, y el radical Tiago Puente, desesperado por sumarse al oficialismo nacional desde la debacle radical de 2023.

Además de apurarse y declararse encima, al salir a hablar públicamente de un hecho en el que hasta hoy no se sabe qué pasó, no se entiende qué es lo que los puso tan eufóricos.

Un policía que dispara contra un raterito no está “cumpliendo su deber”, porque el policía no puede hacer un juicio exprés en milisegundos, valorar pruebas, condenar y ejecutar a balazos a un delincuente. Ya no hablamos de este caso, sino de las normas generales, las leyes vigentes que los legisladores parece que no conocen.

El tufillo que hay es que Brizuela y Puente quisieron sacar provecho y anotarse un poroto con la gente, viendo si pueden sacar alguna ventaja política del miedo y la indignación que pro oca cualquier delito. Pero no funciona así la cosa.

Deberían saber que las balas nunca solucionaron nada. Y de paso enterarse que en Argentina rige un estado de Derecho. Eso no es proteger a los delincuentes, es proteger a todos los ciudadanos, evitando que cualquiera le dispare a cualquiera con la excusa de que estaba haciendo algo malo.

Los graves problemas sociales que enfrenta la provincia y el país, no se arreglan a balazos. Ni de la policía ni de nadie.

Vamos a ver cómo sigue el caso. Vamos a ver si se prueba que Brandán estaba desarmado. Vamos a ver si el policía responde por sus actos. Y si los legisladores que festejan aprenden un poco de leyes.

Después, si queda tiempo, el Estado podría preguntarse en manos de quiénes poner armas cargadas.

El catucho