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Financieras y elecciones ¿un cóctel explosivo?

Allá por enero arrancó el escándalo de las financieras que con promesas de ganancias millonarias embaucaron a miles de catamarqueños y embolsaron, literalmente, millones de dólares que desaparecieron por arte de magia.

Ya entrado el décimo mes del año, el tema no se solucionó, los burlados lloran sus penas y los expedientes duermen en paz, con protestas cada vez más débiles y la esperanza de cobrar que se escapa como arena entre los dedos.

Los magos de los billetes, con Bacchiani y los Bulacio a la cabeza, deben saber dónde fue a parar la montaña de plata que levantaron, pero no hay ni señales de que vayan a devolverla.

No lo hicieron en enero, ni en febrero, ni en marzo, ni en abril, ni en mayo, ni en junio, ni en julio, ni en agosto ni en septiembre. ¿Por qué lo harían en octubre?

Lo máximo que sugieren, abogados mediante, es que hay que renegociar, hacer quitas, devolver una parte. De los intereses prometidos ni soñar. Todos van a perder plata aunque les empiecen a devolver. Bueno, no todos… ellos seguramente hicieron alguna diferencia.

Nadie explica, si es que dejaron de trabajar hace meses, porque están presos, de dónde sacan las fortunas que hacen falta para mantener a sus tropas de abogados. Los estudios jurídicos no son Cáritas, cobran y muy bien, sin olvidar que hay acusados que enfrentan causas en distintas provincias.

Tampoco tiene lógica que vayan a salir a pagar ahora, después de comerse medio año “en cana”. Para eso hubieran pagado antes.

Así la calesita gira, los meses pasan y no hay novedades. La justicia se pasa la pelotita sin resolver nada, los querellantes van perdiendo fuerza y las noticias de las financieras son cada vez más chiquitas y silenciosas, porque no pasa nada.

No hay juicios a la vista, no hay datos sobre el dinero recaudado y su destino, no hay avances por ningún lado.

El tema es que al mismo tiempo hay una furia contenida en los miles de estafados, y si se larga una campaña política con ese telón de fondo, puede haber consecuencias.

Como final feliz para este cuento no habrá, lo que el Gobierno busca es lo de siempre: apostar a estirar las cosas, dilatar, demorar, que todo siga como está.

El secreto es no resolver nada pero a la vez mantener viva la esperanza de que la plata va a aparecer, porque la gente no va a estallar mientras guarde algo de fe. Entonces se habla de planes de pago, de que la plata está, de que la voluntad está… pero pasaron diez meses. Hay gente que metió la plata en diciembre o enero y nunca más vio un mango.

Y acá lo único que puede solucionar el escándalo es que aparezca la plata fresca. Que los financistas estén libres o presos a nadie le importa: quieren cobrar.

¿Cuánto tiempo más van a seguir tapando esta olla a presión? No se sabe. Lo bueno es que no hay ningún funcionario metido en el tema, porque el gobernador dijo que al que estuviera involucrado lo echaba y no echó a nadie. Menos mal, qué tranquilidad.

Sabíamos que eso de que ministros, intendentes, funcionarios, legisladores y jueces habían timbeado era todo mentira. Puros rumores. No existe ninguna lista, ninguna foto y ninguna prueba.

¿O aparecerán apenas largue la campaña? Lo sabremos prontito…

La visión del catucho

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