Nadie lo dice por acá, pero el oro blanco del litio empieza a parecerse a simple harina. La desesperación mundial por este mineral está cayendo estrepitosamente.
La principal razón es muy sencilla: sobra litio. Es verdad que en el triángulo Bolivia-Argentina-Chile está la mayor reserva mundial, pero sólo en los terrenos ya estudiados de Australia, hay litio suficiente para los próximos 150 años.
Y de la mano de esa situación, también caen los precios de las baterías.
Los precios de los paquetes de baterías de iones de litio, que superaron los 1.100 dólares por kilovatio-hora en 2010, ya no cuestan lo mismo. Y no estamos diciendo que no aumentaron de valor o que bajaron un poco: no, el tema es dramático: el precio de las baterías cayó un 89% en términos reales a 137 dólares/kWh en 2020, apenas 10 años después.
Por primera vez, se han informado precios de paquetes de baterías de menos de $100/kWh. Se trataba de baterías de ómnibus eléctricos en China.
En torno a este precio, los fabricantes de automóviles deberían poder producir y vender vehículos eléctricos para el mercado masivo al mismo precio (y con el mismo margen) que los vehículos de combustión interna comparables en algunos mercados.
Las reducciones de precios se deben al aumento de los tamaños de los pedidos, el crecimiento de las ventas de baterías y la introducción de nuevos diseños de envases. Las nuevas químicas de los cátodos y la caída de los costos de fabricación harán que los precios bajen más todavía a corto plazo.
Las sustancias químicas cada vez más diversificadas utilizadas en el mercado dan como resultado una amplia gama de precios. Los fabricantes de baterías están compitiendo para producir en masa baterías de mayor densidad de energía con algunas químicas nuevas, como el óxido de litio, níquel, manganeso y cobalto, que se producirán en masa lo antes posible.
Mientras esto pasa, siempre a contramano, en Argentina se habla de fabricar baterías de litio, ya que la venta de litio como materia prima está dejando de ser negocio.
El oro blanco se hace humo, y empieza a pasar de la gran propaganda al fiasco, como ocurrió con Bajo la Alumbrera, la promoción industrial, el turismo, las aceitunas y todas esas promesas de despegues mágicos que siempre entusiasman en Catamarca, aunque después sigamos con el empleo público como único motorcito de la triste economía local.
