Durmiendo con el enemigo en Casa de Gobierno

Es cada vez más difícil ocultar el malestar reinante en Casa de Gobierno, donde los corpacistas que se sentían con “derechos adquiridos” por su experiencia y por estar seguros de que Raúl Jalil les debe el triunfo, se encuentran con un ambiente cada vez más caldeado e incómodo, imposible de soportar a veces en el día a día.

Los choques entre funcionarios son cada vez más frecuentes, y ya varios comentan por lo bajo la falta de muñeca política de Raúl, que está muy concentrado en el manejo de los recursos pero no tiene en cuenta el rol político de su cargo de gobernador, y la tropa se le empieza a retobar mal.

Jalil cumplió su objetivo de máxima desde que entró en política, que era ganar la gobernación, pero puertas adentro de los despachos se dice que nunca tuvo la espalda ni el talento para sentarse en el sillón de Avellaneda y Tula, y que accedió al cargo a caballo de los votos de Lucía Corpacci, a quien le cedió todo lo que pidió en campaña a cambio de asegurarse el “trono” mayor.

La idea de Jalil era imponer luego su liderazgo, chequera y lapicera en mano, haciendo entender a todos que el que manda es él. Eso lo ha logrado, pero el costo parece ser muy alto, porque lo que debería ser su más íntimo grupo de colaboradores, los cercanos, no lo reconocen como jefe político.

Jalil tiene el poder y lo ejerce, pero no mostró interés en el grupo que lo acompaña, y apuntó directo a sus objetivos. Su “círculo rojo” es cada vez más chico, y es vox populi que se siente “durmiendo con el enemigo” hasta con varios de sus ministros.

Esta crisis se agudiza y muestra como principales bandos a los viejos y los nuevos funcionarios, pero mientras ninguno de los viejos se amoldó a la estrategia jalilista, hay varios de los nuevos que ya lucen un desencanto increíble, si se piensa que todavía no se cumplieron los famosos 100 días de gestión.

Hubo roces, hubo portazos, hubo teléfonos apagados desde las primeras semanas, y se está haciendo cosa de todos los días. Los reclamos son siempre parecidos, y nacen por la falta de recursos, por la incapacidad de tomar decisiones, y otras realidades que hacen que varios hombres y mujeres con cargos muy altos empiecen a sentir que están “pintados”, y no son más que el decorado de una gestión personalista al extremo.

La comitiva que llevó a Dubai con personajes cuestionados, la inminente llegada de su hermano Fernando a YMAD, el escándalo con los “narcopolicías” que desvió en el Facha Martel, la pasividad ante las crisis municipales, ya todo es cuestionado al Gobierno desde el propio Gobierno, y muchos se preguntan cuánto tiempo más puede pasar hasta que el malestar estalle en una guerra política en el amanecer de la gestión.

El Catucho.

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