Cada 30 de julio, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial contra la Trata de Personas, una fecha destinada a crear conciencia sobre esta grave problemática y urgir a los gobiernos a tomar medidas enérgicas para prevenir y combatir esta realidad desgarradora.
La trata de personas, según la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, implica la explotación de personas a través de la amenaza, el uso de la fuerza, el engaño o el abuso de poder. La explotación puede manifestarse en diversas formas, como la prostitución forzada, trabajos o servicios forzados, esclavitud y prácticas análogas a la esclavitud.
Lamentablemente, las mujeres y niñas son especialmente vulnerables, representando el 46% y 19% de las víctimas, respectivamente. La trata infantil ha experimentado un preocupante aumento en los últimos años, con un alarmante incremento de niños varones explotados.
La explotación sexual sigue siendo una de las formas más prevalentes de trata, afectando al 50% de las víctimas detectadas, mientras que el 38% es sometido a trabajos forzados en condiciones inhumanas. Esta realidad impacta a aproximadamente 50 mil víctimas en 148 países, evidenciando una crisis que trasciende fronteras.
Argentina ha sido reconocida por su destacado desempeño en la lucha contra la trata de personas, siendo calificada en la máxima categoría junto con otros 30 países, según un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
El país ha trabajado enérgicamente desde la promulgación de la Ley 26.364 de “Prevención y sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus víctimas” en 2008. A través del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, se han rescatado miles de víctimas.