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Catamarca, la segunda provincia más destruida por la inflación

Aumentan los impuestos, los servicios, aumentan los colegios, uno va al supermercado y con dos bolsitas se esfuman miles de pesos. La inflación es galopante y todo aumenta de precio, pero los salarios no mejoran, y mes a mes van quedando más atrás.

La plata no alcanza, la gente pide préstamos, se endeuda, pide otro préstamo para pagar el préstamo anterior, y lentamente se va hundiendo la economía familiar en un círculo vicioso del que es muy difícil salir.

¿Es la realidad del país? No tanto. En otros lugares están mejor que en Catamarca, en casi todos.

Sólo Tierra del Fuego está peor que Catamarca: todas las demás provincias nos superan y tienen sueldos que van más cerca de los aumentos.

El dato es contundente: hace 40 meses que los salarios pierden contra la inflación. A nivel país, entre el primer trimestre de 2018 (momento en el que los sueldos comenzaron su derrota) y el mismo período de 2021, el promedio general de pérdida de poder adquisitivo fue del 11 por ciento.

Ese 11 por ciento es una barbaridad, pero sería fantástico para los catamarqueños, que vieron sus sueldos caer mucho más: aquí se desplomaron en poder adquisitivo hasta el 18,5 po ciento. Un desastre, sólo empeorado por los fueguinos.

Neuquén, la que nos sigue, anda por una caída del 17 por ciento: así de mal están los sueldos en Catamarca.

Los datos aparecen en un reciente informe de Ieral, de Fundación Mediterránea, que analizó lo que sucedió con los salarios provincia por provincia.

En la Ciudad de Buenos Aires, la pérdida del poder adquisitivo en estos tres años fue del 11,1%, en línea con lo que sucedió a nivel nacional. En la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, al descenso fue del 11,4%.

Además de Tierra del Fuego, Catamarca y Neuquén, el top 5 de las mayores caídas se completa con La Rioja (16%) y Formosa (15,7%).

Esto refiere al salario privado, del público ya hablamos en esta columna, y el panorama es muy parecido.

 “En los últimos 3 años hubo una caída del salario real formal privado del 11%, aunque en algunas provincias la caída fue mucho mayor, pues a la generalizada recesión se sumaron causas particulares”, explica Marcelo Capello, economista jefe de Ieral.

“La máxima reducción fue en Tierra del Fuego, ya que se había decidido desactivar la promoción existente para esa provincia, de modo que los trabajadores perdieron poder de negociación, y la crisis los afectó más”, añade.

Y ahí detrás va Catamarca, donde las luminarias políticas invierten fortunas en empresas porteñas para sus campañas… y la gente que se arregle como pueda.

En la Patagonia también fue fuerte la caída de Neuquén, detalla, afectada por momentos de paralización de las inversiones en Vaca Muerta y por vaivenes en las reglas del juego.

“La caída de salarios también fue importante en Catamarca, La Rioja y Formosa, tres provincias del norte argentino en que pesa mucho el sector público, y cuando este pierde recursos debilita también adicionalmente al sector privado”, cierra el economista.

En el otro extremo, las menores bajas estuvieron en San Luis (7,8%), Santa Cruz (8,1%) y San Juan (10%). De todos modos, los bolsillos de ninguna provincia se salvaron. La crisis cambiaria que comenzó en 2018 derivó en tasas de inflación altas y sobre eso se sumó una pandemia, un combo fatal que terminó liquidando los salarios de los argentinos.

Varias provincias en el top 5 de mayor pérdida de poder adquisitivo también sufrieron caída de empleo a nivel general.

“La cantidad de puestos de trabajo registrados también se vio sensiblemente afectada en los últimos años (442 mil puestos menos en el total nacional respecto al primer trimestre 2018). Esta situación se ve reflejada en una contracción de la masa real de ingresos formales aún mayor a la del salario, con pérdidas de dos dígitos en todas las jurisdicciones”, apunta el informe.

En ese sentido, en Tierra del Fuego hubo una caída del 31%; en Catamarca, del 28% y en Formosa, del 24%.

Como dicen ellos: la única verdad es la realidad. Después, que sigan vendiendo espejitos de colores.

La visión del Catucho

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