No hubo un veredicto definitivo. Inversores y analistas de Wall Street recibieron la oferta de deuda del gobierno argentino y comenzaron a tejer supuestos para rellenar huecos y hacer cálculos: el ministro de Economía, Martín Guzmán, se guardó detalles claves de la oferta, dejando amplio espacio para las especulaciones, las conjeturas y los sentimientos cruzados.
Hubo quienes dijeron que la oferta era digerible y otros que la consideraron inaceptable, y el mercado parecía coincidir en que se trataba de un mero punto de partida de una negociación con final incierto.
Los inversores esperaban ansiosos la oferta de Guzmán para dilucidar un interrogante sobre el que se discute desde que la Argentina abrió la puerta a una nueva reestructuración de la deuda: cuál es el “valor presente neto” (VPN) de los bonos que está dispuesto a ofrecer el Gobierno. A partir de ese dato, los inversores podrán calcular la quita sobre el valor de sus bonos en sus carteras.
La información que brindó Guzmán fue insuficiente para hacer ese cálculo y los inversores y analistas terminaron “estimando” detalles, como los plazos de los nuevos títulos o la progresión del pago de intereses.
Los inversores esperan ahora poder acceder al prospecto que el Gobierno presentará en la Comisión de Valores de Estados Unidos para terminar de descubrir los detalles finales y ofrecer su veredicto final.
La pulseada empieza el lunes. Alberto Fernández y Guzmán sostiene que es la mejor oferta que pudieron hacer, mientras los bonistas aseguran que es poco para satisfacer sus pretensiones financieras. La distancia entre Olivos y Wall Street ya es casi infinita, y el tiempo para negociar escaso y a merced de la pandemia, que canceló los viajes a New York y las cenas privadas en los restó de Manhattan.