Jefe y líder no son sinónimos. En toda estructura organizativa piramidal hay quienes ocupan los cargos de jefatura definidos por el organigrama. Pero estos no siempre logran ser líderes. El primero, es relativo a la formalidad en el ejercicio del mando. El segundo tiene que ver con la percepción subjetiva de los subalternos. Esto queda frecuentemente patente en el ámbito político. Como, por ejemplo, en el oficialismo catamarqueño.
Llegar a ser gobernador fue para Raúl Jalil un objetivo muy claro y por el que trabajó durante décadas. Cuando en 2003 la justicia y la quema de urnas frustró la elección de Luis Barrionuevo, un joven Jalil ya emergia como una opción para reemplazarlo en la lista. Finalmente, la hermana del gastronómico ocupó ese lugar, y la aspiración de Jalil quedó postergada.
No implicó esto el abandono de su meta. Jalil siguió trabajando y construyendo su carrera política. Su progreso fue paulatino, progresivo, sin grandes saltos pero avanzando con pasos firmes. Había sido asesor de Barrionuevo en el Senado de la Nación y en 2005 ocupó el tercer lugar en la lista de candidatos a Diputado Nacional del FPV. Luego fue electo diputado provincial y más adelante dos veces intendente de la Capital. Hasta que finalmente llegó al sillón de Avellaneda y Tula.
Ocupando el cargo político institucional más importantes de la provincia, es natural aspirar a la conducción. Pero con la gobernación, Jalil consiguió la jefatura, mas no el liderazgo. Y a dos años de haber asumido en la conducción de la provincia, enfrenta su primera prueba electoral siendo gobernador pero sin haberse consolidado como referente político. Con todo lo que eso implica.
Más allá de su bajo perfil y mesura política para no interferir en el Gobierno, Lucia Corpacci sigue siendo, para el oficialismo y un gran sector de la sociedad, la referencia política, la fuente de consulta para tomar decisiones y, sobre todo, la figura a quien se le encomienda la victoria electoral. Y en el armado de listas esa diferencia entre el “jefe” y la “líder” contrasta.
En este proceso de selección de candidatos y armado de las listas le queda claro a Jalil que en el proyecto político del peronismo provincial, ampliado al FDT, la líder es Lucia Corpacci, aunque él sea el jefe. Esto, sin necesidad de que la ex gobernadora meta el pecho y ejerza con autoritarismo ese rol decisorio. Simplemente porque la dirigencia y las bases le reconocen ese lugar.
El operativo clamor pidiendo a Corpacci que encabece la lista como candidata a senadora nacional es, en parte, una demostración de esto. Un gran sector del peronismo percibe a Corpacci como su máximo exponente, y por eso reservan la candidatura más importante de la partida para ella. Además de sentir que la única manera de asegurar la victoria es con ella en la lista.
En un frente donde el recelo y la distancia entre los sectores del Jefe y de la Líder laten a flor de piel, el poder de decidir y disponer que le otorga su liderazgo le dan a Corpacci una ventaja en el armado. Y, más allá de la voluntad de consensuar y repartir de forma “equitativa” los espacios, la proporcionalidad al peso político prevalece. Por más que se hable de unidad y consenso, el armado de las listas tendrá la impronta de la líder.
El Gobernador trabajó durante muchos años para llegar a donde hoy está. Pero la conquista no es plena. Llegar a la jefatura no implicó apoderarse del liderazgo. Un rol que todavía ostenta la diputada nacional. Tal vez la pandemia y sus contratiempos políticos hayan retrazado la consolidación de Jalil como referente. O quizás sea la ausencia de otras aptitudes que convierten a un jefe en líder. Como sea, las Legislativas 2021 lo agarraron verde.
Sin minimizar la importancia de la renovación parlamentaria, claramente en esta instancia electoral se pone en juego mucho más que las bancas legislativas. La construcción política apunta a un horizonte de dos años, cuando en 2023 se ponga en juego la torta grande del poder. Un proceso en el que nada se improvisa y se comienza a jugar desde ya. Y que Jalil parece empezar con desventaja. Porque, al menos hoy, es el jefe pero no es el líder.