Lucas Retamozo, que trascendió públicamente como abogado de Edgar Adhemar Bacchiani y apoderado de la empresa Adhemar Capital que estafó a miles de catamarqueños (y cordobeses, y tucumanos, y riojanos, y porteños y extranjeros), fue agredido hoy en un incidente filmado y viralizado por redes sociales.
Queda claro que no se puede aprobar de ninguna manera la violencia ni la justicia por mano propia, porque vivimos en un Estado de Derecho y no en la jungla. Pero cabe preguntarse, ¿quién siembra esa violencia?
Bacchiani está preso desde abril de 2022, casi dos años y medio, y la causa sigue en veremos. Lo mismo puede decirse de otra media docena de financieras que se robaron los ahorros de la gente.
Hubo miles de familias arruinadas por esta gente, familias que vendieron bienes, sacaron préstamos, se endeudaron y perdieron todo. Se equivocaron sí, pero ¿cómo no confiar en financieras que tenían oficinas de recaudación del propio Gobierno en su interior?
Porque estos estafadores estaban muy bien con el Estado, y hacían supuestamente aportes para que el Gobierno hiciera la vista gorda a los negociados. Y los responsables de estas empresas eran socios de la misma familia del Gobernador Raúl Jalil.
Y decenas de jueces, ministros, legisladores e intendentes engordaban sus billeteras con el jueguito piramidal de los Bacchiani, los Bulacio y todos los demás.
Los poderosos estaban en la misma joda, y nadie decía nada. Y cuando el castillo de naipes se cayó, no apareció ni uno de los personajes del Gobierno dando la cara. Y la justicia sigue a paso de tortuga. Sin respuestas. Nadie sabe dónde está el dinero, nadie sabe cuánto recaudaron, nadie sabe qué hacían. No saben nada. En Córdoba ya está listo todo para llevar a Bacchiani a juicio.
Acá gozan todos de la vida loca, no pasa nada. A los estafados se les ríen en la cara. Y entonces aparecen estos hechos de violencia. Está mal, sí. Pero ¿de quién es la culpa?
El catucho