El futbolista contó en Vélez que no siente el mismo entusiasmo para entrenarse y, esta vez sin complicaciones físicas, decidió ponerle punto final a su carrera.
Fernando Gago sacudió este martes el mundo Vélez al reunir a compañeros y cuerpo técnico para anunciarles su decisión de dejar el fútbol: dijo no sentir el mismo entusiasmo para afrontar los entrenamientos y que ni siquiera jugará el próximo lunes frente a Patronato, en la continuidad de la Copa de la Liga Profesional.
Numerosas y graves lesiones supieron minar la carrera del talentoso volante de 34 años, quien hasta último momento buscó sobreponerse e impedir que un problema físico lo empujara a dejar la actividad. En enero, tras venirse mostrando en gran nivel en el Fortín de Gabriel Heinze, se había lesionado gravemente los ligamentos cruzados de su rodilla derecha, y había dedicado todo el parate a recuperarse.
Hace unas tres semanas, antes del inicio de la competencia oficial para el Fortín, Gago padeció una dolencia muscular en la zona de su cadera izquierda, que retrasó su puesta a punto. Finalmente, volvió y tuvo actuaciones discretas en los dos encuentros coperos ante Peñarol, y el pasado domingo ingresó ante Gimnasia en un nivel muy alejado de lo que, se sabía, puede dar.
“Me cansé, ya no lo disfruto como antes, les comunico que me retiro”, fue, palabras más, palabras menos, el mensaje de hoy frente a sus atónitos compañeros. También trascendió que la decisión la venía masticando hace rato, incluso alguna vez había hablado de un plazo hasta diciembre y, ya en el terreno de los supuestos, se presume que un poco de ese entusiasmo se erosionó con la salida de Heinze allá por marzo. Es que el Gringo había sido un pilar fundamental en su desembarco en el Fortín y a la hora de alentarlo ante las adversidades.
Se fue Gago, entonces, más temprano que tarde, en busca de nuevos horizontes. Por Liniers no quieren perderlo y aseguran que intentarán mantenerlo ligado al club, pero ya desde otro lugar. Pero aún suena apresurado. Habrá que ver qué decide para su porvenir este joven al que el físico no supo seguirle el ritmo y que, como le prometió a su hijo, finalmente pudo decir adiós dentro de un campo de juego. Cuando él quiso y no por obligación.