Todos los indicadores de la economía catamarqueña en materia laboral son pésimos. Cae el empleo privado y crece el empleo público. Crece y crece como siempre, por un Estado que mira a la población como rehén del sistema público para condicionar su voto, y que jamás hace nada serio por el desarrollo privado.
De acuerdo a datos de la Secretaría de Trabajo de la Nación, en febrero se perdieron en el país 20.666 puestos de trabajo registrados asalariados en el sector privado, lo cual implica una caída del empleo de 0,3% sobre el mes previo. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) señala que desde la asunción de Javier Milei, la pérdida de puestos de trabajo alcanza los 62.920. Catamarca está entre las provincias más afectadas.
El panorama local es mucho peor que el nacional: en el país la pérdida de empleo fue del 0,3 por ciento. En Catamarca, del 3,9 por ciento. Diez veces peor.
Pero eso no es todo. Entre los años 2002 y 2022 (último dato disponible), el empleo público dependiente de las 23 provincias y CABA se incrementó en un 69%, aumentando de 1,34 a 2,27 millones.
Según los especialistas este aumento “inédito” se debe a un desorden en la administración de fondos provinciales, que a lo largo de 20 años comprometieron las cuentas públicas y que hoy deben afrontar sus obligaciones.
Y otra vez, Catamarca entre las peores: entre las jurisdicciones con menos trabajadores públicos por habitante aparecen Córdoba (32), Buenos Aires (37), Santa Fe (40) y Mendoza (46). ¿Cuántos tiene Catamarca? 108 empleados públicos por cada 1.000 habitantes. Una barbaridad: el promedio nacional es 49, y son poquísimas las que superan los 100.
Cuando asumió Raúl Jalil habló de congelar los ingresos al Estado, y el primero que no cumplió fue él. Metió a medio mundo y lo sigue haciendo, comenzando por los índices políticos que se comen cientos de millones del Presupuesto, casi todos muy por encima de lo que cobran los verdaderos trabajadores.
Ahora, con el guiño de la escribanía que es la Legislatura, aprobó una emergencia económica. Y no sólo no parece haber tal emergencia, como ha denunciando muchísimas veces la oposición, sino que con lo que recibe de Nación (el mismo Jalil dijo que la situación ha mejorado) y lo que recauda la Provincia, los sueldos podrían estar mucho mejor.
Aliento al sector privado no hay, porque la dependencia pública es el paraíso del oficialismo en cada elección.
Y emergencia no hay, porque dinero sobra. ¿Qué hay entonces? Una mala administración, con empleados esclavizados, un Estado que engorda y engorda y un sector privado que se achica. Todo al revés de como debería ser.