El Gobierno avanza en su agenda con la mitad de las leyes aprobadas en sesiones extraordinarias

En un Congreso marcado por la división y las tensiones internas, el Gobierno de Javier Milei logró un avance significativo durante el último período de sesiones extraordinarias, al sancionar más de la mitad de las iniciativas que formaban parte de su agenda legislativa. A pesar de los desafíos y los intentos de frenazo de la oposición, el oficialismo logró convertir en ley cuatro proyectos clave, mientras que otros dos puntos avanzaron parcialmente, y solo uno quedó fuera del debate: la modificación del índice de actualización de quebrantos.

Uno de los principales logros del Gobierno fue la suspensión de las PASO 2025, un tema que había generado incertidumbre debido a la falta de consenso en el Congreso. A pesar de la posible oposición de algunos sectores, el oficialismo consiguió aprobar la medida con el apoyo de una parte de la oposición dialoguista, lo que permitió desactivar el potencial conflicto electoral. Además, la Cámara Baja aprobó otros proyectos importantes, como los cambios en la “reiterancia” y reincidencia, así como la implementación del juicio en ausencia, que fueron discutidos y sancionados en las primeras sesiones de febrero.

El Senado, sin embargo, presentó un panorama más complicado, con una oposición fragmentada y dificultades para garantizar los votos necesarios. A pesar de estos obstáculos, el Gobierno logró una victoria importante en el Senado, donde se sancionaron la suspensión de las PASO, la ley “anti mafias”, y otros proyectos clave. Sin embargo, la jornada también estuvo marcada por la frustración del oficialismo al ver cómo la oposición bloqueaba la creación de una comisión investigadora sobre el escándalo de $LIBRA, lo que demostró las tensiones internas y la falta de control absoluto por parte del Gobierno.

Además, en el Senado se sumaron otros proyectos, como ascensos militares y diplomáticos, que también fueron aprobados. No obstante, el bloque oficialista sigue enfrentando dificultades para controlar la Cámara Alta, especialmente frente a la inestabilidad de un sector de la oposición que varía sus posturas según la coyuntura.

A pesar de estos avances, las tensiones y las divisiones dentro del Congreso siguen siendo un factor determinante. Como reconoció un asesor cercano al Gobierno, “ya no existen más acuerdos o negociaciones entre dos o tres bloques; aquí ya no manda más nadie”. Esta situación hace que cada victoria del oficialismo en el Congreso se vea bajo la sombra de una dinámica política cada vez más fragmentada.

Con un nuevo período ordinario a la vuelta de la esquina, el Gobierno deberá navegar en un Congreso en constante cambio, donde lo que hoy se celebra como una victoria puede convertirse mañana en una derrota.