Uno se va del PSG y todos lo quieren. Otro se fue del PJ y todos lo quieren. El futuro de estas estrellas está en duda y junio es el mes de las definiciones.
Cada uno negocia con sus récords a cuestas: uno, el que más goles hace en el mundo. Otro, el que pasó por más partidos políticos en el mundo. El talento es así, no sabe de fronteras.
El astro rosarino levantó copas con Barcelona, con Argentina y con el PSG.
El astro tinogasteño levantó votos con el PJ, el barrionuevismo, el kirchnerismo, Unidad Ciudadana, el Frente Amplio, va a las convenciones radicales, hace alianza con el macrismo y el ARI en Juntos por el Cambio y negocia con los libertarios de Milei.
La elasticidad de Messi en el área sorprende y maravilla. Pero la elasticidad ideológica del Grillo es más asombrosa.
Messi tiraba paredes con Neymar y lo puede hacer con Mbappé o Di María. Avila se abrazaba con Corpacci, Pichetto, Barrionuevo, hoy con Monti, Bullrich, Fama o Galán.
A Lío le da lo mismo cualquier cancha. Al Grillo le da lo mismo cualquier plataforma política.
Messi deslumbra en el mediocampo, por derecha o por izquierda. Polifuncional.
El Grillo juega de populista, gorila, libertario vende órganos, estatista, privatista, lo que sea. Un dúctil inigualable.
¿Dónde irá a jugar? No se sabe, pero va a estar seguro porque pone fichas en todos los números del paño.
