Conducta antidemocrática

La reacción del Gobierno nacional de desconocer un fallo judicial, y de la Corte Suprema de Justicia, sólo porque no le gusta, describe muy bien el comportamiento antidemocrático propio de políticos sin espíritu democrático, que confunden el poder con la propiedad y creen que asumir un cargo en la función pública es una carta verde para manejar todo a su antojo.

Es la conducta de quienes no sirven al país, sino que se sirven de la política para cumplir sus objetivos personales y sectoriales, y que creen que cumplen con la democracia sólo porque cada dos años empujan a la gente a votar en medio de gastos multimillonarios pagados por el propio pueblo, que destinan a mover el aparato oficial y la maquinaria publicitaria sólo para asegurarse un tiempo más con la sartén por el mango.

Desconocer a la Justicia es un gesto antidemocrático, y es normal que haya sido avalado por el gobernador de Catamarca, que en Catamarca instauró un régimen totalitario.

Porque democracia no es hacer votar, es gobernar por el pueblo y para el pueblo, respetando las instituciones democráticas. Es lo contrario a un régimen totalitario.

En democracia hay tres poderes: uno ejecuta, uno legisla, otro juzga, y hay organismos de control.

En Catamarca nada de eso funciona. Porque hay un Ejecutivo que usa todo el poder estatal y económico para sostenerse a sí mismo y disimular y esconder sus atropellos.

Un Ejecutivo que maneja la Legislatura como una escribanía que suscribe todo lo que le ordena sin chistar. Y un día manda un presupuesto inconsulto y otro día manda a aniquilar el Consejo de la Magistratura, y los legisladores, también ocupados sólo en mantener sus privilegios, obedecen y nada más.

Porque los organismos de control, que deben controlar al Ejecutivo, fue inundado por exministros, exlegisladores y amigos puestos ahí para asegurarse más privilegios a condición de hacer la vista gorda.

Porque la Justicia fue inundada por amigos, porque la Corte local fue rearmada con exministros, exlegisladores y parientes, acomodados de por vida a cambio de obedecer.

Porque la prensa independiente es postergada y se compra a los medios a cambio de fortunas para dirigirlos por control remoto.

¿Qué democracia es esa? Si hasta el sector privado está sometido y los proveedores son amigos, y los grandes negocios se reservan siempre para quienes responden al poderoso de turno; y se entregan riquezas y patrimonios provinciales a manos extranjeras a cambio del diezmo sin importar que se destruya el medio ambiente.

La democracia es prostituida por quienes se sienten dueños y amos del feudo, acomodando parientes en el Congreso Nacional, inventando cargos para otros parientes y repartiendo sueldos a vagos inútiles que son condecorados como ñoquis supervisores de la nada.

Mientras tanto la plebe que se contente con un aumentito cada tanto, una fiestita del poncho y una procesión para asegurarse el silencio cómplice de las sotanas y despilfarros que pagan ellos mismos, creyendo que el Estado les da algo gratis.

Así se masacra la democracia, la república y las instituciones. Aquí se ha criticado al gobierno, pero en el aval de Raúl Jalil al atropello de Alberto Fernández, hay que reconocerlo, hay coherencia: desconoce la división de poderes allá igual que lo hace acá.

La visión del Catucho. 

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