¡Al fondo hay lugar!

Ante los micrófonos, ponen el cassette con los éxitos “Creación de empleo genuino”, “Descomprimir el Estado”, “Fomentar el sector privado” y “Achicar el empleo público”. Pero cuando llega el momento de pasar del dicho al hecho, se olvidan de todas las propuestas superadoras y echan mano a la (casi) única herramienta que saben usar: incorporación a la planta de trabajadores públicos. 

La Cooperativa de Tamberos Limitada atraviesa la enésima crisis financiera de su historia. Y, como en todas las anteriores, el Gobierno provincial salió a ensayar su estrategia de rescate. Elocuente demostración de la incapacidad del Estado de fortalecer e impulsar el sector privado, la Cotali fue objeto de innumerables salvatajes, todos estériles (para las necesidades de la cooperativa) y costosos (para las arcas públicas). 

Aportes de capital, modernización del equipamiento, subsidios, mejoras edilicias, capacitación del recurso humano, compras de la producción, intervenciones: una tras otra, todas los intentos estatales de que la cooperativa láctea “se ponga de pie y ande” fueron infructuosos. Cíclicamente, la Cotali termina rozando la desaparición y sus empleados “con el Jesús en la boca”, rogando no perder su empleo. 

Hasta hoy, que el Gobierno parece haber encontrado la solución definitiva. Jugada clásica, del manual de las ideas cómodas y simplistas, contradictorias con el discurso de achicar la administración pública, pero efectiva en garantizar el trabajo a los empleados. Sin tapujos, y ante los reclamos de los trabajadores, se desempolvó la “vieja confiable” de los funcionarios sin imaginación, y los “absorbieron” en el Estado.

Hasta el cansancio se repitió que la administración pública está saturada, que hay que limitar el ingreso de nuevos trabajadores y generar puestos de trabajo en el sector privado. Pero cuando las papas queman, mejor hacerse los distraídos, dejar de lado el prurito y darle para adelante. Total, la teta del Estado es inagotable.

Como cuando el colectivo va explotado de gente y el chofer grita, “todos un pasito para atrás, que al fondo hay lugar”, el Gobierno decidió “rescatar” a la Cotali incorporando a sus empleados a la deficitaria empresa pública Agroindustrias Catamarca. Para que devanarse los sesos pensando soluciones financieras, estrategias de mercado, apuestas innovadoras, si en el Estado siempre hay lugar (aunque a veces se pongan remilgados, y digan que no). “Donde comen 2…”.

Más allá de la alharaca del Gobierno cuando reniega de la superpoblación de empleados públicos, no es gran problema para el Ministerio de Inversión y Desarrollo conseguir unos milloncitos más para que AICAT pueda cobijar a la veintena de empleados de la cooperativa. Si durante 2020 se destinaron más de 500 millones para el “brazo ejecutor del Ministerio de Agricultura y Ganadería”, conseguir una moneda más es “pan comido”. Se redacta la resolución, se aprueba, se publica en el Boletín Oficial y “voila”. Problema solucionado. Para que dar tantas vueltas, si en pocos y simples pasos se puede incorporar a los trabajadores a la administración pública y fin del problema.

La salvadora intervención de AICAT marcará un antes y un después en los 88 años de historia de la Cotali. Ahora, por fin, se puede decir que la histórica cooperativa está salvada para siempre. No porque el Estado sea bueno gerenciando emprendimientos productivos. Sino porque, no importa lo que pase, los recursos públicos siempre van a estar. Se vende a montones, el Estado paga. No se vende nada, se paga igual. Fabrican los lácteos más deliciosos del mercado o no producen nada, da igual. La platita a fin de mes está garantizada. Una filosofía de empresa que la S.E. agroindustrial aplicó a ultranza. 

Ser productiva y sustentable es innecesario, cuando el Estado es rápido y dadivoso con la billetera pública. Cosa que queda más que demostrado. Por ejemplo, en lo que va de este año, en solo dos resoluciones ya se informaron transferencias a la empresa por 340 millones de pesos “a cuenta de futuros incrementos de capital” para programas “productivos”.

Es verdad que en el Gobierno fueron reiterativos e insistentes en la idea de no incorporar más empleados al Estado. Pero tampoco hay que ser tan literal y tomárselo a pecho. Que, ante la escasez de ideas y con las brasas en la mano, siempre se puede hacer un lugarcito para alguien más. Sobre todo si se trata de salvar a un histórico actor de la producción provincial. Cotali, bienvenida al Estado. Ponete cómoda y despreocupate. Que en esta familia de empresas estatales, no importa lo que pase, la platita a fin de mes siempre está.

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