Thomas Fabián Domínguez, uno de los seis detenidos por la violación grupal en Palermo, decidió hablar sobre su responsabilidad en lo que ocurrió el 28 de febrero pasado, cuando una joven de 20 años fue abusada, delito por el que está preso y un caso que conmocionó al país.
Al momento de declarar ante la Justicia, Domínguez prefirió no responder preguntas. Ahora, ante la consulta de un medio nacional, el acusado aceptó y lo hizo de forma escrita. Entre sus respuestas hubo descalificaciones y hasta acusaciones contra la víctima. No hubo, sin embargo, ofrecimientos de disculpas.
A más de un mes del ataque, la situación de Domínguez es igual a la de los otros cinco detenidos. Todos están procesados con prisión preventiva y a la espera de ser trasladados desde las comisarías donde están alojados para ser encerrados en distintos penales federales.
Para el fiscal Eduardo Rosende y para el juez Marcos Fernández, aquel feriado del 28 de febrero los seis acusados “idearon un plan” que tenía como objetivo alejar a la víctima del amigo con el que estaba, para luego llevarla hasta el Volkswagen Gol blanco de uno de ellos y que estaba estacionado sobre Serrano al 1.300 en Palermo, para luego abusarla sexualmente.
Los investigadores hacen una salvedad. Ubican a Domínguez y a otro de los imputados en la vereda, aunque los consideran parte fundamental del plan: una pericia de la Policía de la Ciudad halló manchas de semen en el bóxer de Domínguez.
“Recuerdo que hablé poco con ella. Iba de acá para allá, mientras su amigo (se refiere a quien acompañó a la joven hasta minutos antes del hecho) era más sereno. Fue con él con quien más hablé. Básicamente, no le presté mucha atención a ella”, dijo Domínguez ante la consulta sobre lo que recordaba de la noche que conoció a la víctima.
Y siguió sobre la charla con la víctima que se dio cuando caminaban por Palermo, tras haber dejado el boliche. “No recuerdo puntualmente los diálogos, pero eran charlas causales. Se imagina usted que en tal contexto no entrecruzamos nada enriquecedor a nivel intelectual. Más bien, eran risas. También hablamos del boliche y de cómo la pasamos, y no mucho más”.
Según la reconstrucción que realizó el fiscal Rosende, Domínguez y Alexis Cuzzoni conocieron a la víctima en el boliche y, luego, salieron a caminar por Palermo. Allí, se cruzaron con los otros cuatro imputados, que tocaban la guitarra por la zona.
-Teniendo en cuenta que usted es amigo sólo de Cuzzoni y a los otros cuatro detenidos los conoció esa mañana, ¿Qué tipo de relación entabló con ellos?
-Fue más bien algo casual. Típicas preguntas. “¿De dónde sos? ¿Qué hiciste anoche?” No recuerdo puntualmente las charlas. Típico trato de “after” en el que sociabilizás por diversión pero poco termina importándote. Es más bien para pasar el rato. La verdad que no soy así de sociabilizar con desconocidos, pero al estar alcoholizado me suelto más. Ellos también lo estaban, por ende, era mera espontaneidad pasajera.
El detenido no dijo nada sobre su actitud ni responsabilidad en cuanto a la pregunta sobre ese abuso y el evidente mal estado de la joven, solo se limitó a descalificarla.
-¿No vio lo que ocurría en el auto?
-Mi enfoque estaba en conseguir un cigarrillo y no en prestar atención a si estaban teniendo relaciones sexuales o no…
Domínguez no profundizó en lo qué sucedió en el interior del auto. Sólo se limitó a decir que estuvo todo el tiempo afuera, cosa que la Justicia tiene por probado, y que cuando se asomó para “pedir un cigarrillo” no vio nada. Donde sí dio algún detalle más fue en lo qué pasó después, cuando los vecinos de la zona se acercaron y se trenzaron a los golpes con los imputados que violaban a la joven.
“Se desató una guerra sin control en la que intenté defenderme como pude, donde corría peligro mi integridad física. Me alejé corriendo en dirección opuesta a donde se había desatado el disturbio”, escribió.
A lo que hace referencia Domínguez es que, cuando recién se conoció el ataque, aquella tarde del 28 de febrero, dos panaderos que tienen su local frente a la esquina donde estaba estacionado el VW Gol repitieron en múltiples reportajes que fueron ellos quienes había salvado a la víctima.
Varios días después, un video de una cámaras de seguridad mostró a los dos panaderos golpeando a la chica también. Desde el entorno de la víctima ampliaron que luego ella les ofreció disculpas y les agradeció la ayuda.
Mientras espera para ser trasladado a una cárcel, Domínguez ocupa una celda doble y vive junto a otro detenido. Recibe las visitas de sus familiares y, en su tiempo libre, se dedica a la introspección y a escribir canciones.
-¿Es consciente de la gravedad de la imputación que pesa sobre usted y el resto de los acusados?
-Sé lo que hice, y qué no. Soy inocente y tengo fe en Dios y en que la Justicia será justa. Entonces, no tengo que temer por esto… Por otra parte, poco miedo me genera que vean mi rostro, es cuestión de tiempo que las cosas se aclaren.
-¿Cómo pasa el tiempo en la celda?
-Me la paso leyendo, escribiendo, componiendo y reflexionando sobre muchas cosas. En especial, sobre mi alma. Trabajo en ella y en las prisiones mentales que ya habitaba estando en libertad. Haciendo alquimia con mi corazón, alma y mente “porque somos lo que hacemos con lo que tenemos y, al mismo tiempo, hacemos lo que podemos con lo que tenemos”. Basándome en esto, trabajo día y noche en hacer lo mejor conmigo, porque todo empieza por uno. Y así, cuando sea libre, podré serlo completamente y dar todo de mi. También hago ejercicio y trato de comer bien. Por suerte, tengo el apoyo de mi gente y puedo sobrellevar mejor todo esto. Comparto libros con los demás reclusos, cada tanto charlas, y trato de empezar a obrar desde acá, como Dios nos enseña. Primero en mí, para no ser hipócrita al dar a los demás. Me cuesta, pero prefiero esto a pasarme todo el día enojado por la situación en la que me encuentro y lo injusto que es, y demás cosas negativas. Hoy sólo miro para adelante, paso a paso, y con fe.
Y agregó: “Hay más de una familia en esta madeja enredada, sufriendo y que podría ser cualquiera el que ocupe esos lugares”. La defensa de Domínguez, llevada adelante por el abogado Jorge Alfonso, pidió distintas medidas de prueba. La más importantes tiene que ver con un careo entre su defendido y la víctima, y la reconstrucción del hecho.
Qué le diría a la víctima fue la última pregunta y conllevó una respuesta con un tono perturbador. Domínguez le habló directamente a la joven abusada: “Sé que es difícil… Nos conocimos esa noche y sé que sos, por lo poco que hablamos, una buena persona. No te dejes llevar por nada ni nadie. Vos sabés el trato que tuvimos vos y yo, y que no me sobrepasé con vos en ningún momento… En cuanto a lo qué pasó en el auto, que te ocupes de vos y de preservar tu integridad y, con la verdad, hacer responsable a quién lo es”.
Y continuó: “Más allá de los hechos, te deseo lo mejor a vos y tu familia porque me imagino lo duro que es, porque también vivo este proceso con mi familia sufriendo, y yo sin poder ir a ningún lado ni seguir con lo que era mi vida… Si alguien debe pagar, sabés que no soy yo. Dios siempre se encarga de ser justo… Sé que está en vos, por eso no pierdas la honestidad ni la fuerza para seguir adelante”.
Lo único que no hizo Domínguez en toda la carta fue disculparse, al menos si no la violó como alega, por no haberla ayudado.