Un Juego de Tronos berreta

Hace tiempo ya que en Valle Viejo no hay paz. Pero en las últimas semanas la turbulencia política convirtió a las chacras en una especie de Juego de Tronos berreta, donde al ataque franco de los enemigos, se suman las conspiraciones, operetas, mensajes velados y la paranoia de traiciones.

 

Mientras el Caribegate de Susana sigue pegando coletazos, con la oposición decidida a sacarle el máximo rédito político posible, emerge en la escena un nuevo condimento explosivo que, de detonarse, amenaza con una onda destructiva que nadie sabe bien a quién se puede llevar puesto.

 

Circula por los canales de los “susurradores”, encargados de llevar y traer en el juego de las intrigas, que se está cocinando una denuncia penal con implicancias políticas inéditas en la arena chacarera, que podría desnudar una estructura de defraudación por más de 900 millones de pesos al erario.

 

Según dicen que se cuenta que se sospecha que se sabe, pero aun nadie denuncia, habría un listado de casi un centenar de empleados legislativos comunales que cobran pero no trabajan. Los clásicos “ñoquis” que aparecen a fin de mes a cobrar, pero que, con la anuencia de sus padrinos, están exentos de otorgar contraprestación alguna.

 

La querella, siempre según los rumores, apuntaría contra los empleados infieles y los concejales que los cobijan bajo su paraguas para que sigan figurando como empleados, garantizando las acreditaciones salariales mes tras mes.

 

Es más, dicen esos mensajes mascullados y enigmáticos, que la trama alcanzaría a funcionarios provinciales y nacionales, titulares de organismos en los que esos asalariados además cobrarán un segundo sueldo, completando un esquema de enriquecimiento ilícito descomunal.

 

Claro, que para poder contar esta historia de intrigas ya no en potencial sino con hechos concretos, hay que esperar a que se concrete la denuncia por “Defraudación contra la administración pública” y los engranajes de la justicia efectivamente empiecen a moverse.

 

Tiempo al tiempo, dice el refrán. Aunque no sería extraño que eso nunca suceda, y que todo se trate de tiros al aire o una bengala para amedrentar a quién le quepa el saco y lograr una tregua en el fuego que le dé un poco de paz a la intendenta y su gente. Aunque no parece sencillo, porque además de enemigos embistiendo con el ariete, adentro hay muchas apetencias, manos traviesas y una elección a la vuelta de la esquina.

El catucho