Hace 30 años, los Rolling Stones desembarcaron en Argentina por primera vez, desatando una verdadera fiebre entre sus fanáticos. En febrero de 1995, la banda liderada por Mick Jagger brindó cinco recitales en el Estadio River Plate, vendió más de 300.000 entradas y alcanzó una recaudación final de 20 millones de dólares.
La visita no solo dejó una huella en la historia del rock nacional, sino que también tuvo un impacto cultural que perdura hasta hoy. Los británicos fueron portada de revistas y diarios, se reunieron con el entonces presidente Carlos Menem y consolidaron el fenómeno de los “Rollingas”, un movimiento de seguidores que hizo de su pasión por la banda un estilo de vida.
El primer contacto del grupo con el público argentino ocurrió en 1992, cuando el guitarrista Keith Richards llegó como solista con su banda The X-Pensive Winos y llenó el estadio Vélez. Dos años después, los Stones volvieron a reunirse y lanzaron Voodoo Lounge, el álbum que los trajo de regreso a la cima y fue el motivo de su primera gira en el país.
Durante su estadía en Buenos Aires, la banda se alojó en el lujoso hotel Hyatt y ofreció un espectáculo imponente. El escenario, con una estructura de 28 metros de altura y 70 de largo, simulaba una cobra gigante rodeada de miles de luces, creando un marco inolvidable para la celebración de los fanáticos.
El propio Mick Jagger reconoció el fervor de su público y explicó el fenómeno en Argentina: “Durante la dictadura militar y, luego, la guerra de Malvinas, no podíamos tocar ahí. En nuestra ausencia, surgió una suerte de culto, llamado ‘los Rollingas’, dedicado a los Stones”.
Aquella serie de conciertos marcó un antes y un después en la historia del rock en Argentina, en una década repleta de visitas icónicas de artistas internacionales como Paul McCartney, Guns N’ Roses, Nirvana y Red Hot Chili Peppers.