“Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, reza el refrán. En medio de la polémica por la Vacunación VIP de Nación, el Gobernador Jalil salió a presumir la “transparencia” del manejo de la pandemia en Catamarca. Y se ufanó de ser un “ejemplo”. Pero lo que decían era agua de manantial, en realidad era un charco reposado con fondo barros. Que, en cuanto lo agitaron, mostró la turbiedad. La diafanidad se terminó cuando un medio periodístico pidió información y las trabas al acceso a la información opacaron cualquier pretensión de translucidez.
El diario El Ancasti hizo un pedido formal al Ministerio de Salud de información sobre la vacunación en Catamarca y la aplicación del inoculante en “personal estratégico”. El escándalo nacional de los vacunados de privilegio pegó el coletazo en Catamarca, evidenciando la discrecionalidad del sistema, que priorizó a funcionarios y políticos por sobre verdaderos trabajadores esenciales y grupos de riesgo.
Más allá de que muchos nombres se hicieron públicos (algunos por publicidad autoincriminatoria) el medio periodístico procuró desterrar las especulaciones y conocer los detalles oficiales de la vacunación. Pero como cuando se tira una piedra en un charco, el barro se removió y todo se volvió turbio.
El proceso transparente y ejemplar del que presumía el mandatario se volvió opaco con los rebuscados argumentos legales y eufemismos sinuosos del Ministerio de Salud con los que se negó a brindar la información sobre los vacunados en la primera etapa, cuando los inoculantes, se suponía, serían destinado a trabajadores esenciales.
El requerimiento periodístico incluía el pedido datos como el “listado de las personas vacunadas, cantidad de dosis suministradas a cada una, cargo o situación de revista y motivo por el que se consideró pertinente su vacunación”. Información lógicamente necesaria para conocer en detalle el proceso de vacunación. Y que, de haberse proporcionado, efectivamente habría transparentado el manejo de los inoculantes.
Pero invocando rimbombantes argumentos legales sobre “secreto profesional”, “confidencialidad”, “intimidad”, “datos sensibles” y un rosario de chicanas amparadas en leyes y artículos, Salud se negó a transparentar lo que declamaban transparente. Asuntos Legales del Ministerio simplemente no hizo lugar a la petición. Blindaje sobre los datos y oscuridad total.
Es llamativo que, mientras el Gobierno nacional publicó el listado de los beneficiados en el vacunagate, la cartera sanitaria provincial apele a leyes nacionales, como la de Protección de Datos Personales y de Derechos del Paciente, para ocultar la información. Con el mismo marco legal, Nación hizo una lista y difundió en canales oficiales la identidad de los involucrados. Y nadie reclamó, ni se quejó por la violación de su intimidad, ni amenazó con una demanda. Por lo que, más que impedimentos legales, la traba parece ser la falta de voluntad. Contradictorio en el nivel jurídico y ético.Cualquier cosa, menos transparente.
Tampoco colabora mucho con el esfuerzo de sacudirse las sospechas el jueguito semántico que transformó a los “esenciales” en “estrategicos”. Fueron muy claros, elocuentes y repetitivos los funcionarios, desde la ministra Palladino para abajo, en remarcar que las primeras vacunas serían destinadas a los trabajadores esenciales de la primera línea de batalla contra el coronavirus. Y, hasta muchos de los involucrados en la vacunación (como el intendente Ferreyra) se deshicieron en argumentos para justificar su esencialidad. Por lo que la estratagema lingüística, lejos de acomodar nada, solo enturbia más la discusión.
Con mucho tino, el medio periodístico solicitante de la información señala que la negativa del Estado provincial de brindar los datos de la vacunación, habilita a la presunción de que las denuncias por vacunaciones de privilegios y discrecionales en Catamarca son ciertas. De otra forma, sería más simple la verdadera transparencia.
Algunos lo reconocen, otros lo niegan. Los intendentes Guillermo Ferreyra, Roxana Paulón (que dijo que todos los intendentes habían sido vacunados), están entre los primeros. Gustavo Saadi y Susana Zenteno, prefirieron el bando de los que niegan o simplemente no responden. Pero la información señala que todos ellos, personas jóvenes y sin urgencias aparentes en ser inmunizados, recibieron la vacuna para “esenciales”. O “estratégicos”, como le llaman ahora, para disimular.
Ministros y sus esposas, intendentes, legisladores, familiares y amigos de políticos, empleados de empresas vinculadas a funcionarios… Los rumores y trascendidos apuntan que las vacunas que debían inmunizar a trabajadores escenciales, terminaron en un circuito de privilegios y vacunas VIP. El Gobierno presumió su transparencia, pero cuando tuvo que mostrar el agua limpia, movió el fondo y volvió todo barroso. Con esa opacidad, las sospechas parecen confirmarse.