“Denuncias van, denuncias vienen, los muchachos se entretienen”, se podría adaptar el mítico himno punk de la banda 2 Minutos para musicalizar el bochornoso conflicto entre el SOEM y la Municipalidad de la Capital. Escasos de sensatez y cortos de institucionalidad, los referentes del gremio y los funcionarios comunales parecen esforzarse por llevar la situación al barro y hacer del conflicto gremial un circo.
El sindicato de municipales está desde hace ya varios días con medidas de fuerza, con el mejor estilo SOEM: paro que resienten los sectores que prestan servicios esenciales, aprietes a los trabajadores que no se quieren sumar a la medida, declaraciones agraviantes y cortes de calle que sacan de quicio a los ciudadanos. Su secretario general y referentes, Walter Arévalo, no destaca por su diplomacia ni por sus formas, y le imprime su impronta a todas las movidas gremiales.
En una movida similar (ya son crónicos los conflictos del SOEM) estaban los municipales capitalinos en agosto del año pasado, cuando al líder sindical se le ocurrió, en su lógica avasallante, hacer un delivery de piquetes y montó una carpa frente a la casa de Alberto Natella, por entonces secretario de Desarrollo Humano y Políticas Sociales de la comuna.
Por alguna razón, los empleados movilizados apuntaron contra Natella como enemigo íntimo y llevaron la guerra de guerrillas a la esquina del domicilio particular del funcionario, donde además, lógicamente, vive su familia. Un exceso inaceptable que, con sobrada razón, provocó la denuncia penal de Natella.
Vaya casualidad, un año y pico después, justo en el momento más caliente de otro conflicto del SOEM, esa causa judicial avanzó hasta el final del proceso investigativo. La noticia de la elevación a juicio con la imputación de Arévalo por “coacción agravada en concurso real” llegó como advertencia, para que piense dos veces cómo seguir el actual plan de lucha. Y tenga presente que, habrá división de poderes, pero la justicia está siempre bien dispuesta a dar una mano cuando la política lo necesite.
Pero como este es un culebrón donde la sensatez no tiene cabida, el Gobierno municipal no se contentó con arrinconar a Arévalo con la elevación a juicio y quiso rematar la jugada con una movida de prensa. Y repartió en un grupo de whatsapp de periodistas fotos del expediente del requerimiento judicial, en el que se ventilaba información personal del gremialista. Provocando una vulneración implícita de datos sensibles y su privacidad.
Todo esto, con la torpeza casi amateur o la flagrancia despreocupada de usar para esta maniobra el teléfono de un funcionario municipal, que además figura como línea de contacto de un organismo de la comuna. Insólito, indisimulado y contraproducente. Porque, si el objetivo era neutralizar a Arévalo, lograron totalmente lo contrario.
“No hay mejor defensa que un buen ataque”, enuncia la máxima estratégica deportiva, que el sindicalista aplicó para su siguiente movida: denunciar la filtración de “datos filiatorios”, acusando al municipio de desplegar una campaña para “demonizarlo” y acusar al fiscal que lo investigó por facilitar esa ofensiva. Y, aún más, responsabilizando al intendente por posibles ataques o atentados contra él o su familia, identificada con nombre y dirección en el expediente filtrado.
Mientras tanto, se suman días de paro, servicios resentidos y piquetes que ya acabaron con la paciencia de los vecinos. Por un conflicto que se podría resolver con un poco de buen juicio y madurez. Pero que, a juzgar por la madera de los protagonistas, se puede prolongar bastante más. Porque en todo este novelón, la sensatez brilla por su ausencia.