Salud no es prioridad

Salud no es prioridad para el gobierno de Raúl Jalil. Así lo demuestra la realidad del sistema público, comenzando por el Hospital Interzonal San Juan Bautista, el más importante de la provincia por tamaño, por equipamiento y por la cantidad de gente que busca atención ahí.

Ese hospital no soporta una lluvia, el edificio esta cada vez peor, y en una visita que hicieron los legisladores de la oposición aseguraron que hace diez años que no tiene agua caliente.

Pero no hace falta escuchar a los legisladores. Alcanza con hablar con los médicos, los enfermeros, los auxiliares, el personal de maestranza, los pacientes o los familiares de pacientes.

El hospital es un desastre, y cuando se dice que todo está bien es mentira. SI estuviera bien el gobernador no hubiera hecho veinte promesas distintas desde que asumió.

Y prometió de todo. Que lo iba a trasladar, que lo iba a ampliar, que iba a hacer un gran polo de salud. No hizo nada, nada de nada. El hospital sigue ahí, sigue viniéndose abajo. La gente no se queja por hobby, se queja porque anda mal, porque hay meses de espera para cualquier cosa, porque hace frío en invierno y calor en verano, porque ni siquiera es un lugar seguro, porque son muchas las áreas desbordadas.

Lo que muchos legisladores opinan es que cuanto peor funcione el sistema público, es mejor para la salud privada, porque el que puede evitar el hospital lo evita.

Y el que elige los sanatorios privados sabe que lo esperan con los brazos abiertos y todas las ganas de facturar, de cobrar plus, y de mandarlos a comprar toneladas de medicamentos en las farmacias del grupo.

Lamentablemente hay un negocio brutal con la salud de los catamarqueños, y ese negocio funciona muy bien, tan bien que el monopolio crece y crece y se expande a otras provincias.

Y la fruta se cae de madura: ¿por qué quienes ganan millones y millones con la salud privada tendrían prioridad en mejorar la salud pública? ¿Por qué se van a crear una competencia?

Lo sospecha todo el mundo. Lo sabe todo el mundo. Lo piensa todo el mundo. Alguien tiene que decirlo.

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