Pasos intrascendentes

Tres legisladores nacionales culminaron su gestión en el Congreso de la Nación, con un denominador común: ninguno se destacó, ninguno aportó nada significativo para Catamarca, ninguno trascendió por un proyecto o iniciativa.

Silvana Ginocchio pasó los últimos ocho años en una banca en la Cámara de Diputados, y se la recuerda por la organización de muestras fotográficas y alguna otra actividad menor, más acordes a un subsecretario de Cultura que otra cosa. La primera dama provincial, afiliada radical que fue impuesta como candidata a legisladora por el peronismo sin que nadie chistara, a pesar de tener cero militancia en el PJ, consiguió su cargo parlamentario con facilidad y fue reelecta también sin esfuerzo. Su paso por el Congreso se olvidará pronto.

Dante López Rodríguez, que se catapultó en política a través del IPV y quedó después al mando de toda el área de Vivienda, es también un ejemplo de cómo los vínculos familiares pueden allanar el camino al Congreso. Es uno de los tantos integrantes apadrinados por Lucía Corpacci que triunfó en la política y dispuso de la contención del Estado, legión que arrancó en 2011 y hoy tiene decenas de beneficiarios. Llegó a su banca medio de carambola, porque lo pusieron de suplente y, cuando Gustavo Saadi volvió para ser intendente, se quedó con su lugar. Le dieron la reelección y completó seis años en el Congreso, en los que solo se destacó por permanecer años enteros en silencio, conducta que le valió el mote de “dipumudo”. La nada misma.

Francisco Monti, el joven prometedor del radicalismo, fue el único que jugó bien, aunque no para Catamarca, sino para él mismo. Había sido presidente de la UCR y diputado provincial radical. Cuando vio que la mano se puso fea no perdió tiempo y se cambió la camiseta en pleno partido. De la noche a la mañana pasó de la selfie con Milei a ser fanático libertario, y siendo todavía diputado nacional radical, se postuló como diputado provincial libertario. En cuatro añitos lo que hizo fue inocuo. Dejó en banda a sus examigos correligionarios y se salvó solo. Un sobreviviente a puro coraje, de esos que no dejan que las convicciones o la coherencia los detengan.

Tres legisladores nacionales que pasan a engrosar la larguísima lista de catamarqueños que pasaron por el Congreso sin pena ni gloria, sin sumar nada, sin solucionar un problema a su provincia, pero sacándole bien el jugo a los privilegios del cargo. Felicitaciones para ellos.

Ahora llegan Fernando Monguillot, Claudia Palladino y Adrián Brizuela, veremos si alguno rompe con esta mediocridad.