Ninguneada mundial

Si algo faltaba para terminar de devaluar al presidente Alberto Fernández, fue la manera en que lo ignoraron los jugadores de la Selección Argentina, quienes no fueron ni a saludarlo, ni a recibir las felicitaciones, ni a mostrarle la Copa, ni a saludar desde el balcón de Casa Rosada. Ni bola.

Nunca había pasado algo así. Pero nunca. No contemos el 78, porque estaban los milicos y no había mucho para elegir: iban obligados, además el propio dictador Videla entregó el trofeo porque Argentina fue el país organizador.

Pero de ahí para adelante, todas las selecciones fueron a Casa Rosada. Fue la selección campeona del 86 recibida por Raúl Alfonsín, fue la subcampeona del 90 recibida por Carlos Menem, fueron los subcampeones del 2014 recibidos por Cristina Kirchner.

Este plantel no quiso saber nada. Era la oportunidad para que Alberto subiera unos puntitos en el rating, apoyado en la foto con Messi, pero no la tuvo.

Se lamentará siempre no haber ido a ver la final. El francés Emmanuel Macron fue. Perdió y se la bancó, pero de paso robó cámara un par de horas para todo el mundo, estuvo en la ceremonia de premiación. Por Argentina estuvo el mandamás de Barracas Central, Claudio Chiqui Tapia, porque Alberto tuvo miedo de que lo tildaran de mufa si perdíamos. Y se quedó sin nada.

Festejó el desaire toda la oposición, y lo que es peor, festejó medio gobierno. Porque a esta hora Alberto tiene más enemigos dentro de la casa que afuera. Así de dividido está el país. Así de dividido está el oficialismo.

En la calle, mientras tanto, la locura: más de cinco millones de personas salieron a recibir a los astros del fútbol. Una muestra de las ganas de celebrar algo que tienen los argentinos, y una muestra de lo hartos que están de los políticos.

Un par de muchachos jugando a la pelota le dan más alegría a la gente que toda la casta de privilegiados que dicen gobernar.

La mayor manifestación popular de la historia se concretó sin políticos. Nunca un político va a lograr hacer feliz a tanta gente, ni va a lograr que lo quieran tanto, porque no son creíbles, porque llevan décadas mintiendo, enriqueciéndose y fallándole a la gente: usándola siempre.

Siembran lo que cosecharon, unos y otros.

Festejaron los jugadores con la gente, sin intermediarios. Enhorabuena. Felicitaciones a los campeones, por ganar la Copa y por no dejarse usar.

La visión del catucho 

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