La respuesta de Javier Milei ante la reciente tragedia en Bahía Blanca contrastó notablemente con su actitud de hace un año, cuando no dudó en viajar a la ciudad para supervisar los efectos de un fuerte temporal. Este viernes, a pesar de que la tormenta que azotó la ciudad fue más devastadora, el presidente optó por quedarse en Olivos y delegar la responsabilidad de la gestión en los ministros Luis Petri y Patricia Bullrich. La Casa Rosada minimizó la posibilidad de que Milei viajara, deslizando que por el momento no estaba previsto. La decisión de mantenerse alejado del foco de la tragedia se debió a que el presidente no podía permitirse otro revés político, especialmente en un momento de tensiones internas y externas.
La situación en Bahía Blanca, aunque grave, no era directamente responsabilidad del presidente, pero la falta de prevención e infraestructura en la ciudad había generado un ambiente cargado de críticas, tanto por parte de la oposición como de la ciudadanía. Cualquier intento de acercarse a la zona de desastre podría haber derivado en confrontaciones, ya fuera con el gobernador Axel Kicillof o con los vecinos, lo que hubiera agravado la percepción negativa hacia el gobierno.
Esta situación se suma a una semana complicada para el Ejecutivo, marcada por varios frentes abiertos. El escándalo de $LIBRA, relacionado con la criptomoneda promovida por Milei, obligó a la renuncia de un asesor cercano, mientras que el conflicto con la Corte Suprema por el nombramiento de Ariel Lijo como juez del máximo tribunal sumó presión. Además, el cuestionado giro de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) en lugar de un proyecto de ley con el acuerdo con el FMI generó fuertes críticas dentro y fuera del oficialismo.
Aunque la estrategia de quedarse en Olivos y delegar la responsabilidad en otros miembros del gabinete fue vista como una medida cautelosa, la falta de presencia directa de Milei en momentos clave ha generado división incluso entre sus aliados. Mientras algunos defienden la decisión de priorizar la gestión y la estabilidad, otros, como el economista de PRO Luciano Laspina, han comenzado a expresar dudas sobre la dirección que está tomando el Gobierno, especialmente en torno a los acuerdos con el FMI y las decisiones económicas que afectan al país.
El clima político, aunque apaciguado por la tragedia en Bahía Blanca, promete volver a intensificarse en los próximos días, con nuevos focos de conflicto en el Congreso y posibles avances en las investigaciones judiciales sobre el caso Libra.