Los hijos del poder no aprenden

La portación de apellido siempre fue en Catamarca la llave para alcanzar privilegios y lujos, y también la vía libre para escándalos y excesos, con protección asegurada.

Los años pasan pero las mañas quedan, y los hijos del poder siguen gozando de impunidad y blindaje para que sus descontroles no interesen a la prensa, que omite, esconde o disimula lo que sería un desastre para cualquier otro hijo de vecino.

La interminable lista de la prepotencia de los poderosos y sus herederos sumó un nuevo capítulo con Mayra Corpacci, hija del diputado Hugo Corpacci y sobrina de la gobernadora Lucía Corpacci, que por supuesto tiene un buen sueldo que le pagamos entre todos, porque la tía se ocupó de darle amor, contención y un puesto en el Estado, al igual que a hijastros, marido, sobrinos, niñera, amigos, etc.

Mayra, que paseaba por la Secretaría Privada cuando la tía era gobernadora, ahora pasea al amanecer, y la última vez lo hizo con una borrachera de película, chocando autos por la Avenida Presidente Castillo, al mando de un Chevrolet Onix, auto que ronda los dos millones de pesos y que la joven empleada pública maneja porque se sabe que estos chicos son todos genios para administrar plata. La gilada que cargue la SUBE, estos son de otro nivel.

Bien pasada de copas la chica abolló a los autos que se interponían en su camino y siguió al volante sin drama, que para algo es Corpacci, hasta que la policía la detectó.

Entonces se escapó raudamente y se inició una persecución, que terminó por 9 de Julio y Mota Botello.

La hija del diputado escapando de la policía, la sobrina de la gobernadora que recibió un nombramiento de regalo de la tía, huyendo de la Ley, al volante y alcoholizada. ¿Qué pasó? Nada de nada.

Todos a proteger a la nena. Ninguna tapa de diario dio cuenta del escándalo. Cuando el apellido es de una familia del poder, la policía tiene que terminar disculpándose. Lo mismo pasa cuando alguno aparece envuelto en algún escándalo, incidente o problema de drogas. No se puede decir nada.

¿Sabrán estos jovencitos de sueldo asegurado y poco esfuerzo lo que los hijos del poder les causaron a gobiernos anteriores? Parece que no aprendieron nada.

La visión del catucho

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